No grave will hold me...

No grave will hold me...
Os estoy vigilando...

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Could Happen



Algún día os presentaré a mi amigo Marco.

Es un chico peculiar... Por lo menos lo será hasta que os mate.

viernes, 25 de diciembre de 2009

XX- MAS!

¡Felices Fiestas 2009 a todos!

¡Muchas gracias por seguir ahi!

viernes, 18 de diciembre de 2009

[I.F.S.] Wolfe




Dibujo: Encarnación Rico Guzmán (Canis)
Relato: Andrés A. Martínez Bertomeu (Tréveron)

Se apellida Wolfe. Sólo es una coincidencia. No le gustan los lobos y no hay ninguna razón para ello. Igual que no hay razón para muchas de las cosas que ocurren en la vida.

Se trata de un joven de veinte años común y corriente, tal vez algo retraído, que tiende a perderse en sus pensamientos. Para ello tampoco necesita razones.

Algunas noches sale de su casa y se escapa a un cerro cercano, sólo para evadirse. Esta es una de esas noches. Una noche de cielo despejado y Luna llena.

La mirada de Wolfe es, por lo general, adusta. Y la razón es la dirección a la que le llevan sus pensamientos últimamente. Demasiadas malas noticias se ciernen no sobre él, sino sobre el mundo entero. La conciencia del joven está en comunión con un mundo que, a su parecer, se estaba yendo al infierno.

Aquella noche miraba ensimismado a la Luna mientras permanecía sentado en la cima del cerro. Algunas culturas aborígenes denominaban a la Luna como “el Ojo de la Noche”, y aquello daba que pensar. También le dio vueltas a la ya lejana teoría de Gaia o de Gea, que le conferían consciencia a la Tierra. Wolfe imaginó que la Tierra se estaba escrutando a sí misma por medio de la Luna. Eso explicaría algunas cosas.

El tiempo atmosférico últimamente está loco, azotando con catástrofes naturales a países que no pueden defenderse. Extrañas enfermedades exageradas por los medios hacen que las temblorosas masas caigan en una espiral de pánico y paranoia. La gente lleva a cabo atrocidades impensables sin motivo ni razón.

Hace poco llamaron a la madre del joven. Su hermana había fallecido. Un cáncer pancreático intratable que acabó con su vida en apenas dos semanas. Y no era el único caso cercano.

La conclusión a la que llegó Wolfe era tan virtualmente cierta como escalofriante:

“El mundo se nos está sacudiendo de encima.”

La Tierra nos está observando. No le gusta lo que ve, y lo está demostrando.

Un lobo apareció de detrás de un árbol, en el cerro. No era como se ve en los documentales o como se describe en los libros. Observaba a su alrededor jadeando como un perro pardo tan común y corriente como Wolfe, sin un atisbo de desafío en sus ojos. Con la cabeza gacha, desconfiado, miró al chico. Sólo era una coincidencia.

Ambos, hombre y animal, terminaron acostumbrándose a la presencia del otro. Los dos permanecieron allí sentados mirando a la Luna sin poder evitar sentir melancolía al comparar lo que se tenía ahora con lo que el mundo ha perdido. Wolfe suspiró. El lobo dejó escapar un leve gemido.

Más de una hora pasó, y hombre y animal se levantaron para volver a sus respectivas vidas. No tenían más remedio.

Pero sólo es una coincidencia.

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¿Veis? Aun sigo con mi proyecto guay de Fanarts Invertidos. ¡Podéis seguir mandándome vuestras obras! ;)

domingo, 13 de diciembre de 2009

Phylosopher's legacy II + Sync



¿Cómo? ¿Que eres un ávido lector de tiras y no te conformas con una continuación de medias tintas? ¡Estás de suerte! orque servdor de ustedes ha participado en el...

¡2º Concurso nacional de webcomis en español de sync.es!

Cuando ustedes gusten mandar pueden entrar en la página web del concurso, cuya temática de este año son los videojuegos (añadiendo publicidad a cierta página web):

http://webcomics.sync.es/

Allí podrés ver a todos los participantes en su gloria. Pero... ¡todos sabeis lo que querréis buscar en primera instancia! xD

Aquí está mi participación (en full colour, pa que veais xD):

http://webcomics.sync.es/comic.php?id=6

¡Y aquí está la de Deed!:

http://webcomics.sync.es/comic.php?id=15

La calidad de este año es muy alta, así que no dejéis de ver a los otros participantes ;)

¡Por cierto!

¡No olvideis votarnos! En la esquena superior derecha de la imagen, solo con poner vuestra dirección de correo, podríes votar a cuantos participantes queráis y sin necesidad de registraros.

Así que, si os han gustado nuestras participaciones, no olvideis apoyarnos. Si no, nos veremos obligados a deprimirnos, cerrar nuestros blogs, y abandonar esta vida sin sentido ni lectores...

¡En fin, sin ánimo de haberos presionados, me despido!

¡Cuídenseme!

lunes, 7 de diciembre de 2009

Unmessable



Ains, muerto, lo que me faltaba...

Desde luego, como dirían los italianos: ¡PARCA miseria!

¡Ja! ¡Si es que estoy que me salgo!

xD

jueves, 3 de diciembre de 2009

Phylosopher's legacy



Y la culpa es de los padres.

¿Y por qué? os preguntaréis.

Pues vereis...

lunes, 30 de noviembre de 2009

My Twilight (The End)

Breves palabras del autor: aquí tenéis, querida plebe (sin la cual esto no sería nada, qué demonios xD) el más-esperado-de-lo-que-yo-pensaba desenlace de la miniserie "Cómo sería Crepúsculo si la Meyer conociera a Bram Stoker (a quien le tenga que explicar esto le doy un capón...). En principio es una historia conclusiva pero no descarto seguirla más adelante si hay votación popular. Sin ir más lejos, desea que disfuten...








El autor.
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- Sabes lo que soy, ¿verdad?

No terminaba de creerme aquello que yo estaba a punto de pronunciar.

- Supongo que empieza por V.

- Yo también sé quién eres tú.

- ¿Ganado? – eché el resto con aquella palabra.

Contrariamente a lo que esperaba, bajó la cabeza. Realmente parecía atormentada por algo. De hecho, era ella la que parecía indefensa de los dos. En aquel sentí una clara dicotomía en mi interior. Una parte de mí sentía aversión hacia lo que ella representaba mientras que la otra sentía una creciente necesidad de consolarla. ¿Qué parte era más fuerte? Ni yo lo sabía.

>> ¿Qué quieres de mí? – dije por fin.

Ella me miró entonces a los ojos.

- No lo sé – respondió –. Ese es el problema. Nunca nadie se había resistido a mí.

- Eres consciente de que acabas de confirmarme que eres una asesina y del efecto que eso tendría en mí, ¿verdad?

- Llevo pensando en esta conversación desde la última vez que nos vimos – admitió.

- ¿Y qué se supone que quieres que piense?

- ¡Ya te he dicho que no lo sé! – dijo mientras se llevaba una mano a la frente – Hace demasiado tiempo que no me sentía así…

- ¿Así? ¿Cómo?

- Humana… – concluyó sin mirarme a los ojos.

Una vez más permanecimos unos segundos en silencio. Miré sin ninguna razón en concreto a nuestro alrededor. La calle estaba apenas iluminada por la luz de farolas que amenazaban con apagarse en cualquier momento. Sólo estábamos ella y yo en decenas de metros a la redonda. Entonces se movió y dio un paso hacia mí.

- Puedo salir de tu vida si así lo quieres, Richard. Quizás sea lo mejor. Pero te ruego que si hay alguna parte de ti que no quiera que lo haga, reúnete conmigo en la azotea de tu edificio mañana, cuando termine el crepúsculo.

Era como si me hubiera leído la mente. Una vez dicho esto llevó una mano a mi mejilla y la acarició con una dulzura que no hubiera esperado dada su condición. Estaba fría. Demasiado.

Y antes de que quisiera darme cuenta acercó sus labios a la comisura de los míos. Me sorprendí a mí mismo siguiendo unos centímetros su rostro cuando lo apartó del mío. Desafortunadamente para mí, ella lo notó. Sonrió por primera vez aquella noche.

La farola que brillaba sobre nosotros titiló, y cuando volvió a iluminar ella ya no estaba.

Detesto el crepúsculo. No sólo porque no me guste que las nubes se tiñan de rosa, sino que lo considero como la patética súplica del Sol por seguir brillando entre la resplandeciente mañana y la apacible noche que representa su muerte. Y sin embargo allí estaba yo, apoyado en el muro de metro y medio de ladrillo que separa el suelo de mi azotea de la cornisa. Aun entonces no sabía qué diablos estaba esperando.

Finalmente había asumido que era una vampiresa, una asesina que podría a mi familia en peligro y, en definitiva, mi vida patas arriba si la dejaba entrar en ella. Pero la idea de no volver a verla me perturbaba mucho más de lo que hubiera pensado. Así que allí permanecía, viendo las estúpidas nubes rosas.

El Sol se ocultó entre los edificios y su brillo terminó al tiempo que se encendían las farolas, cuya luz apenas alcanzaba la azotea.

- Has venido, Richard…

Estaba demasiado absorto y admito que me asusté. Me di la vuelta con un respingo y vi la silueta de Anne Marie. Apenas era capaz de distinguir sus rasgos. Mejor, pensé, así no nublarían mi juicio una vez más.

- Deberíamos estar en clase, ¿sabes? – sonreí, nervioso.

Ella se acercó a mí y, sin mediar palabra, me abrazó apoyando su cabeza en mi pecho. Era como si la misma penumbra me abrazase.

- Quiero volver a sentirme humana… – susurró.

- ¿Y qué puedo hacer yo? – pregunté, suspicaz.

- Protégeme, por favor – su voz sonaba queda.

- ¿Protegerte de qué?

- No lo sé. Simplemente quiero sentir que lo necesito, como ocurría antes.

No sabía qué debía hacer, decir, o qué debía sentir. Le acaricié el pelo con una mano mientras que con la otra rodeaba su cintura. La situación estaba a punto de sobrepasarme.

- ¿Cómo voy poder proteger a alguien capaz de acabar conmigo con apenas proponérselo? No creo que tenga fuerzas – dije.

Por fin separó la cabeza de mi pecho y me miró. Con la escasa luz que nos rodeaba era como si dos pozos negros me invitaran a sumergirme. La blancura de su piel, sin embargo, era inconfundible hasta en la oscuridad más insondable. Estaba divagando, pero ella tenía las palabras exactas para sacarme de mi ensimismamiento.

- Yo podría darte fuerzas.

No soy idiota. Nunca lo he sido. Sabía perfectamente qué me estaba pidiendo.

- Estás loca si piensas que pienso aceptar.

- Piénsalo, por favor – parecía desesperada –. Nunca decaerías. Alguien con tu voluntad y lo que te ofrezco podría hacer lo que quisiera. Podrías estudiar lo que quisieras, trabajar en lo que se te antoje…

- Siempre y cuando fuera de noche – interrumpí.

- Podrías proteger a tus hermanos. Asegurarte de que jamás, literalmente, les hicieran daño.

- ¿Convirtiendo a su hermano en un asesino? – espeté.

- ¡Trabajas en una carnicería! ¡Seguro que no te costaría nada que te transfirieran a un matadero local y pedir el turno nocturno! ¡Tendrías toda la sangre animal que pudieras conseguir! ¡Y yo…! – hizo una pausa en la cual bajó la cabeza – Yo estaría dispuesta a dejar de tomar la sangre por la fuerza. Estoy dispuesta a permanecer con tu familia… contigo… Siempre.

No pude contestar en unos segundos. De haber considerado por un instante lo que me ofrecía, aquella opción tenía sentido.

- Veo que te has informado – admití.

- No quiero perder lo que estoy sintiendo – su voz se estaba convirtiendo en llanto.

Lo que me estaba pidiendo era una locura. Pero ella había conseguido que mi instinto protector la acogiera y mi mente estaba buscando desesperadamente alternativas a ayudarla teniendo que sacrificar la luz del Sol. Lamentablemente no se me ocurrió nada. Para colmo, durante toda la conversación, tenía mis manos agarrando su cintura. Era incapaz de soltarla. Volvió a abrazarme. Lo que me faltaba…

Debía estar volviéndome loco, porque me estaba planteando dejarme llevar por su maldición, ya que no se me ocurría otra manera de estar con ella.

>> Te lo mereces, Richard… – dijo entonces, entre sollozos.

Ahora mismo puedo identificar perfectamente aquel mismo momento como el momento en el que caí.

>> Mereces que alguien te proteja a ti.

Aquí sigo, frente al espejo. La zona de mi cuello alrededor de la herida se está amoratando. Coloco mi mano sobre mi pecho, sintiendo los últimos latidos de mi corazón. Pronto terminará todo, y me marcharé sin saber qué me espera cuando abra los ojos. Qué será de mí. Qué será de mi familia.

Qué será de Anne Marie.

Empiezo a estar mareado. La vista se me está nublando. Pero entre la bruma que se está levantando en la mente de este idiota que sabe lo que va a ocurrir, la voz de la última frase de Anne Marie prevalece.

- Te dije que nadie se me ha resistido jamás…

<¿Fin?>

jueves, 26 de noviembre de 2009

My Twilight

Breves palabras del autor: Efectivamente vuestros temores se van a, el título no está errado. Pone "Mi Crepúsculo". Y es que el otro día estuve pensando: "¡Hey! ¿Y si Stephanie Meyer no se hubiera pasado el concepto de Vampiro por el forro?". Así que me decidí a escribir una historia de amor con Vampiros VAMPIROS, y no maromos que se despixelan cuando les da la luz. No se trata en absoluto de un plagio, ya que, de hecho, no es uan hstoria de amor entre humana y vampiro sino entre humano y vampiresa (que, por cierto, señores traductores de la Señorita Meyer, es VAMPIRESA y no vampira) y los personajes no tienen nada que ver. El relato de marras está en dos entregas, para no atragantaros y crear algo de espectación. Ah, y en principio perdón si ofendo a alguien (que lo dudo...). Sin más dilación, desea que disfruten...









El Autor.
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Ya no sé cuánto tiempo llevo en el espejo mirándome el cuello. Mi mente ya no sabe discernir si lo que ha ocurrido está bien o está mal, o si ha ocurrido tan siquiera. Y mi corazón intenta convencerme como un perro que le ladra a la Luna. Ladeo la cabeza para que la piel alrededor de las dos heridas pequeñas y circulares se estire y me duela, para recordar aquel momento y cómo llegué a él. Creo que lo llaman memoria sensorial. Funciona.

Mis padres fallecieron en un accidente de avión hace unos años, así que me quedé a cargo de mis dos hermanos menores, de doce y siete años. Trabajo a jornada completa en una carnicería cercana a mi casa, lo cual permite que recoja a mis hermanos, les lleve a casa y les prepare la comida. Por la noche, tras prepararles la cena, acudo a una escuela nocturna donde estudio un ciclo de enseñanza superior de informática. Podéis suponer que llego extenuado a mi casa sin apenas tiempo para dormir pero, aun a riesgo de que suene a cliché lacrimógeno, verles dormir tranquilamente me recuerda por qué hago lo que hago.

El caso es que, desde hace ya algún tiempo, había una razón más. Hace algunas semanas entró a mi clase una mujer. Siempre se sienta detrás, si bien el aula no es demasiado grande, con la aparente intención de no llamar la atención. Pero su rostro estaba hecho, precisamente, para llamar la atención. Su piel era blanca como la porcelana pero sin llegar a ser enfermizo, unas pecas anaranjadas moteaban su nariz y sus mejillas. Sus ojos eran enormes, castaños y penetrantes. Y aunque solo me ha mirado un par de veces de soslayo, fue capaz de hacer que mi corazón se saltara un latido. De vez en cuando dejaba caer mi lápiz, o mi goma de borrar para poder observarla. No suele maquillarse en exceso, pero cada día viene con los labios pintados de un color rojo intenso que contrasta a la perfección con la suavidad de sus rasgos. No mueve mucho la boca cuando habla, pero no puedo evitar quedarme embelesado mirando cómo movía sus labios con suavidad.

No había sido capaz de acercarme a ella más allá de lo que me permitía el entorno del aula que compartimos. Me decía a mí mismo que era porque en mi situación actual no me podía permitir llevar una relación. Sin embargo, muy dentro de mí, sabía que era porque aquella mujer me abrumaba y yo era demasiado cobarde.

Por eso sentí un escalofrío que me puso la piel de gallina cuando oí su voz diciendo mi nombre a la salida de clase.

- ¿Richard?

Me di la vuelta demasiado rápido, tuvo que notarlo. Aun sonrío cuando lo recuerdo. Aun lo hago…

- ¿Sí, Anne Marie?

Ahí estaba, me miraba con aquellos ojos mientras jugueteaba con su largo pelo ondulado y castaño. Demonios, no podía apartar los ojos de sus labios.

- Me preguntaba si harías algo mañana por la noche.

Estuve unos segundos en silencio, completamente en blanco. Como si una ventisca ascendiera desde mis pies mi sangre pareció congelarse, como el tiempo a mi alrededor. A saber qué cara puse…

- Yo… Eh… ¿Tú quieres quedar conmigo?

Se mordió el labio, bajó la vista y después colocó un mechón de su pelo tras su oreja. Parecía algo avergonzada. Oficialmente mis defensas estaban en un peligro muy grave.

- Me preguntaba si querrías venir a dar una vuelta por el barrio, ya sabes, soy nueva aquí y…

- ¡Sí, claro!

Debería haber tardado más en contestar, lo se.

En cualquier caso, mi barrio no es un lugar bonito. Está lleno de gente con problemas, como yo. Gente desesperada. Me hubiera encantado sugerirle ir a mi casa, pero no solo hubiera sido demasiado descarado, sino que mis hermanos no hubieran proporcionado un ambiente… romántico. Quedamos el día siguiente en la puerta de la escuela porque era posiblemente el único lugar que ambos conocíamos. Dios, estaba preciosa…

Llevaba una gabardina negra desabrochada, que dejaba ver una blusa de encaje rojo escotada y una falda hasta las rodillas de terciopelo negro. El sonido del tacón de sus botas cortas la delataba desde lejos. Se acercaba despacio a lo largo de la avenida, a pesar de que ya me había visto. Sus ojos se clavaron en los míos y, de repente, comencé a sentirme muy raro.

Su belleza era devastadora. Mientras se acercaba a mi sonreía con picaresca, como si me conociera de toda la vida. Aquella imagen convirtió mi cerebro en melaza al tiempo que seguía acercándose. Conseguí reunir algo de coordinación para mirar a mi alrededor; ver a alguien a lo mejor me ayudaba a recuperarme de aquella especie de alucinación. Sin embargo estábamos solos en aquella maldita avenida apenas iluminada por un puñado de farolas. Una carcajada risueña de Anne Marie me hizo volver a fijarme en ella con un sobresalto: ya estaba junto a mí.

Me miró directamente a los ojos, una vez más, mientras se mordía el labio. Joder… ya era suyo en aquel momento… Pero había algo más. Era cierto, estaba bajo el influjo de su belleza, pero el hecho de que era absolutamente incapaz de moverme iba mucho más allá de ser la metáfora de alguien enamorado. La reacción normal al sentirla tan cerca hubiera sido dar un paso atrás, y sin embargo, no era capaz. Y ella parecía saberlo.

Se acercó aun más a mí y me preguntó, con una voz tan envolvente como inquietante:

- ¿Te ocurre algo?

Yo cerré los ojos. Estaba ocurriendo algo que era incapaz de entender, y aquella mujer parecía, sin lugar a dudas, ser la causa. Algo me decía que algo terrible estaba a punto de ocurrirme. Mis hermanos… mis pequeños… ¿qué sería de ellos sin mí? Ahora mismo, mirándome al espejo, me avergüenzo de pensar que una parte de mi cabeza, una parte muy poderosa, pugnaba por dejarse llevar y caer en los brazos de aquella mujer. Pero el posible destino de mis hermanos si a mí me ocurriera algo era como un alud arrollador que se llevó consigo cualquier posible resto de lujuria que pudiera tener.

- Déjame ir, por favor…

Era incapaz de abrir los ojos. Aun así mi voz no sonaba a súplica, ni siquiera sé por qué. Sonaba con determinación. Sentía el aliento de Anne Marie cerca del cuello mientras me decía…

- Recházame una vez más.

Sentí sus labios humedecidos rozar la base de mi cuello. Mis piernas temblaron, titubeé, pero mi voluntad, sorprendentemente, no flaqueó.

- Qui… quiero que me dejes ir…

Paseó su lengua suavemente por una pequeña porción de mi cuello.

- Una última vez…

Entonces, apoyó sus dientes, como para rematar mi autocontrol dándome un pequeño mordisco. Sentí un escalofrío recorrer como un rayo todo mi cuerpo: sus dientes parecían más puntiagudos de lo normal. Me estaban haciendo algo de daño, pero sabía que eran capaces de hacerme todavía más. Mi mente, en aquel momento, voló a un a velocidad tal que por un momento me olvidé de por qué me estaba resistiendo. Sabía qué podía significar eso, pero mi cabeza me decía a gritos que era imposible.

Su increíble belleza, la manera en que parecía tenerme controlado. Ahora esto.

Leo mucho. Siempre que tengo lugar. Si esto lo estuviera leyendo en cualquier relato fantástico sabría al instante qué tipo de criatura está ante el protagonista. Pero cuando el protagonista fui yo la cosa cambia drásticamente. Obtuve fuerzas de flaqueza y, casi en un susurro, conseguí decir.

- Déjame marchar…

Fue como apretar un interruptor. Inmediatamente se apartó de mí. Inmediatamente pude moverme. Inmediatamente fui capaz de abrir los ojos.

Allí estaba ella. Sus ojos parecían contrariados y así lo confirmaba una boca entreabierta que dejaba ver unos colmillos anormalmente largos.

- ¿Qué demonios eres…?

Conocía la respuesta. Aunque ella no estaba dispuesta a contestar.

- ¿Cómo fuiste capaz…?

Inmediatamente después parpadeé y ella desapareció.

Me fui a mi casa renqueando, como si aun estuviera bajo el embrujo de Anne Marie. Llegué a mi casa algo mareado y, como hago siempre, vi a mis hermanos dormir durante unos instantes. Tal vez más tiempo del habitual. Aquella noche me costó conciliar el sueño.

Al día siguiente Anne Marie no fue a la escuela. Ni al siguiente. Ni el resto de la semana.

Yo seguí con mi vida. Fingí que nada había pasado por el bien de mi cordura y de mi familia. Pero la cosa, tal y como había previsto, no iba a ser tan sencilla. Pasó efectivamente una semana pero no la vi en clase. Volvía hacia mi casa, absorto, como siempre y, tras girar una esquina, me la encontré de frente.

Había algo distinto. Ella seguía tan hermosa como siempre, pero en sus ojos no me vi reflejado de la misma manera aquella vez. Su mirada era cándida, empática, y me hubiera atrevido a decir que denoté cierta culpabilidad.

Detuve mi caminar de repente. No sentí ningún tipo de embrujo esta vez. No más del habitual.

- Te he estado observando – me dijo.

En cierto modo no me sorprendí. No lo hice a pesar de que acababa de destrozar de un plumazo mis esfuerzos por olvidar lo que ocurrió, por olvidar lo que ella era. Una vez más mi razón se fue a paseo, pero no me sorprendí.

- ¿Y qué has visto? – dije tras un corto silencio.

- Te he visto volver del trabajo al atardecer. Te he visto arropar a tus hermanos para luego venir a clase. Pero, por encima de todo, te he estado mirando a los ojos.

- Tienes muy buena vista… – No sabría decir de dónde saqué las fuerzas para ironizar en un momento como aquel.

De nuevo hubo otro silencio en el cual nos dedicamos únicamente a mirarnos. No me apetecía ni me atrevía a mirarla a los ojos así que centré la mirada en sus labios. Eso no me ayudó nada.

- No has dejado de hacer una vida normal por el bien de los tuyos, a pesar de que tus ojos revelaban un conflicto interno posiblemente mayor que ninguno que hayas tenido a lo largo de tu vida – hizo una pausa –. Sabes lo que soy, ¿verdad?

No terminaba de creerme aquello que yo estaba a punto de pronunciar.

- Supongo que empieza por V.

- Continuará -

lunes, 23 de noviembre de 2009

jueves, 19 de noviembre de 2009

[IFS] Bad Nurse

Dibujo: Lost Girl
Relato: Andrés A. Martínez Bertomeu (Tréveron)




El sitio es muy bonito. Está muy limpio. Paredes blancas, un olor curioso.

¡Oh! ¿Qué es eso que mancha el suelo? No importa, es bonito también.

Me encanta el color rojo.

¡Ups! ¡Casi tropiezo! Hay una persona durmiendo en el suelo. Le sienta muy bien el color rojo, lo lleva por todo su cuerpo. Su cara es rara. Debe de ser que está teniendo una pesadilla. Es muy triste, los sueños deberían ser divertidos.

La puerta de donde estoy está abierta y da a un pasillo. Me resulta familiar, pero no sé dónde estoy. La verdad es que no sé ni quien soy. ¡Qué situación tan curiosa ¡Es como un juego!

Sí, convirtámoslo en un juego. Que sea mi juego…

¡Un momento! ¡Qué sola estoy! Así no va a ser divertido jugar. ¿Y qué es esto que tengo en la mano? ¡Pero si es lo que uso para cortar los filetes que tanto me gustan! Tengo que enseñárselo a alguien.

Vaya, estoy algo mareada… pero da igual, me apetece jugar de todas maneras. ¡Y justo ahora veo a alguien! Una mujer viene hacia mí corriendo. Su cara es triste, e incluso parece que está llorando. ¿Pide ayuda? ¿Es que ha pasado algo malo? No importa, sé cómo ayudarla. Haré que juegue conmigo.

¡He hundido el cuchillo en su pecho, como si fuera un filete! ¡Y mira! ¡Ahora está toda cubierta de rojo!

Me encanta el rojo.

Se ha tumbado a dormir. Espero que tenga mejores sueños que el otro señor.

Me ha llamado enfermera antes de dormirse… ¡Es verdad! ¡Yo soy enfermera! Mi trabajo es bueno, yo curo a la gente.

Como ahora. Ha venido otra persona más, un hombre, que también pide ayuda. Igual que antes, le he curado la tristeza cubriéndole de rojo. También se ha quedado dormido. Mi trabajo es muy bueno, yo curo a la gente.

Ahora el pasillo, salvo por la gente que duerme, está vacío de nuevo.

Tengo que parar y sentarme en un banco. El juego es divertido, pero me duele la cabeza. ¡Ay! ¡Cuando me paso la mano por la frente, bajo mi flequillo, me hago daño! Es muy raro, pero no me importa. Porque también tengo color rojo en la frente y el color rojo es muy bonito.

Alguien más viene, solo que esta vez no pide ayuda. Me levanto porque a lo mejor el dolor de cabeza se me pasa si juego un poco más, pero la persona se ha quedado al final del pasillo y no se acerca. Va toda vestida de azul y lleva una gorra peculiar. Me está señalando con algo negro y metálico que sostiene apuntando hacia mí. El color azul de su ropa me divierte, pero el negro es un color feo, así que le enseñaré mi juego y así lo pasaremos bien los dos.

Vaya, cuando me acerco me grita. Me está asustando. ¡Si yo sólo quiero jugar! Le enseño mi juguete, mi cuchillo, para que vea que también quiero jugar con él. ¡Pero me sigue gritando!

¡Ya está! Para que no me dé miedo iré hacia él corriendo y jugaré antes de que le dé tiempo a gritarme.

¿Qué ha sido eso? ¡Qué ruido más fuerte! Me ha hecho daño en los oídos

Me… me fallan las piernas… Me duele la cabeza… Pero quiero jugar… ¿Qué es esto? De mi barriga sale algo rojo… Qué bien. Entonces ese hombre también quería jugar.

Estoy toda cubierta de rojo. Ya no me duele la cabeza.

El rojo es un color bonito…

viernes, 13 de noviembre de 2009

Livin' Freakilly

Evidentemente lo sabéis, pero la semana pasada fuimos al XV Salón del Manga de Barcelona.

Servidor fue cosplayado de Alex Mercer, del videojuego Prototype









Deed, por su lado, iba preciosa con su cosplay de Black Cat.





Y diréis "¿Tan pocas fotos?, ¿No han ido en grupo?": Sí, efectivamente. Tal vez un grupo no tan numeroso como el del año pasado, pero un señor grupo, qué demonios. El caso es que tanta gente va a poner fotos... Sin embargo, yo...



Ahora, si me permitís una serie de menciones especiales a compañeros y amigos tal vez no dibujados pero tampoco olvidados:

Katsu



Delerium



Cloud Strife




Madame Beus (entre mi churri y yo)




Y por último a mi redescubierto gemelo malvado, El Jose




En fin, eso ha sido todo.





Eso sí, hasta el año que viene.

P.D. ¡Si alguien que viera este post se hubiera hecho una foto conmigo o con Deed, agradecería que nos la mandaran!

miércoles, 4 de noviembre de 2009

You better do it



No es tan triste como cierto, amigos.

Por sierto, próximo post, Salón del Manga 2009 ;)

lunes, 26 de octubre de 2009

All you need



Lo dije una vez y lo velveré a repetir: el dulce dulce amor no tiene secretos para mí...

Portátil arreglado. Volvemos a la carga. Siento la espera ;)

viernes, 9 de octubre de 2009

Driving licence III



Evidentemente, aprobé el examen teórico final.

Aunque he tenido que hacer cosas de las que no me siento orgulloso...

En otro orden de cosas, lamentablemente mi portátil no va a estar disponible en un tiempo, asín que va a haber un período de sequía que remediaré cuando pueda. En cualquier caso...

¡Cuídenseme!

miércoles, 30 de septiembre de 2009

[I.F.S.]: Wedding in Blood II: Promise


Dibujo: Mirian Frías Ferrer
Relato: Andrés A. MArtínez Bertomeu

(Parte I: The Wife)


Había cierto matiz metálico en la atmósfera que se respiraba en el interior de la iglesia. No era difícil determinar a qué pertenecía aquel tipo de aroma que se pegaba al paladar, pero aun así Léredith siguió caminando indiferente.

Estaba ya acostumbrada al cuproso olor de la sangre.

Sus afilados tacones resonaban en el suelo de mármol negro y el sonido rebotaba en las amplias paredes de la cámara. A pesar de todo el susurro de la cola de su vestido, que parecía reptar con vida propia a larga distancia de la novia, se escuchaba por debajo del eco de sus pasos.

Las largas filas de bancos a ambos lados de Léredith estaban completamente vacíos, y apenas un par de cirios sobre largos candelabros iluminaban toda la estancia. Unos cirios que flanqueaban un altar igual de vacío que el resto de la iglesia.

Para ser más precisos no estaba “completamente” vacío. Al menos no dependiendo de la forma de pensar de quien mirase. Tras el altar había una enorme cruz cristiana plateada de la que colgaban perladas cuentas de rosario. En la pulida superficie de la gigantesca estructura se reflejaba la luz titilante de los cirios. Y esta luz iluminaba un cuerpo inerte sobre un charco de sangre fresca.

Léredith se detuvo, mirando el cadáver de una mujer de cabellos castaños y un hermoso vestido de novia con un decorado corsé en el tronco de su cuerpo. Así, en un escenario tan aparentemente intrascendente, la Primera Esposa halló a la Segunda.

Con paciencia, Léredith observó el inmóvil cuerpo que tenía ante ella, hasta que lo que estaba esperando ocurrió. Al igual que en el bosque, horas atrás, hubo un cambio imperceptible en el ambiente, un temblor en el aire. Y después, un susurro.

- Hace mucho tiempo… hice una promesa.

Era ese tipo de voces que uno no oye con los oídos, sino que reverbera en todo el cuerpo con una suavidad escalofriante, sin que uno pueda determinar su procedencia. Sin embargo, lejos de turbarse, la Primera Esposa sonrió. La novia que se encontraba frente a ella se movió.

Su velo estaba levantado, y con unos ojos negros como pozos e intensos miró a la mujer que tenía frente a sí. Se apoyó en sus manos enguantadas hasta los antebrazos sin apartar la mirada y sostuvo esa posición unos instantes. Con lentitud y una parsimonia casi ceremonial, la Segunda Novia comenzó a levantarse.

Y cuando estuvo completamente erguida se pudo ver cómo las aun líquidas gotas del charco de sangre que cubría parcialmente el suelo del altar y manchaban su vestido resbalaban de él hasta volver a tierra de nuevo, dejándolo completamente inmaculado. No se veía herida. No se veía mella alguna en el tejido del traje. Era un hecho tangible que, para alguien que no supiera que segundos antes yacía sin vida frente a Léredith aquella mujer parecía estar esperando a su futuro marido. Lejos de eso, miraba cómo la Primera Novia sonreía.

- Háblame de tu promesa – dijo.

- Frente a este mismo altar fui asesinada por celos infundados.

Su voz, esta vez, sonaba de manera normal, aunque suave y sensual. Dio un par de pasos al frente hacia Léredith y rodeó el altar, dándole la espalda. De repente la sangre que había bajo sus pies coaguló, se secó y ennegreció en apenas dos segundos. La Primera Novia, aun de espaldas, seguía sonriendo.

>> Durante ya demasiado tiempo – continuó mientras se dirigía hacia la puerta de la iglesia – he morado bajo este oscuro techo y entre estas lúgubres paredes. Es hora de que todos sientan lo que yo siento.

Léredith amplió su sonrisa de manera que bien podría haber aterrorizado al más sádico de los demonios. Se dio la vuelta y comenzó a dirigirse también a la entrada mientras susurraba:

- Dilo…

Y así, bajo el dintel de los portones en el umbral de la iglesia, Lieshka, la Segunda Esposa, clamó a aquel cielo de noche encapotado:

- Es hora de la Boda de Sangre.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Driving licence II



¿Os podéis creer que atropellar bakalas también está prohibido?

País de pandereta, oiga...

domingo, 20 de septiembre de 2009

Driving Licence: I



Todo es una conspiración.

¡Una jodida conspiración!

martes, 15 de septiembre de 2009

Summer Fair

Se suponía que era una atracción de feria.

Se suponía que iba a ser divertido.

Y lo fue, de hecho. Lo fue durante unos…

No lo recuerdo…

Era un carrusel simple. Una especie de “Tren de la Bruja” pero algo más rápido. Uno de los tramos del recorrido elíptico está a cubierto y a oscuras y una parte del viaje consiste en que la carreta se detenga unos segundos en esa zona. Una máquina de humo, además, junto con unas luces de neón blancas que centelleaban a gran velocidad cegaban a los pasajeros. Era para dar una sensación de congoja e inseguridad, para que, sin que hicieran nada terrorífico, asustar a los que se encontraban allí. Miedo psicológico, lo llaman, “ser tu peor enemigo”.

Sí, era divertido. Y seguro que, lo que vino después, visto desde fuera, debió ser hilarante.

Las carretas dieron un acelerón repentino y un frenazo súbito que nos lanzó contra la barra de seguridad. Yo me hice daño a la altura del estómago, pero oí gritos. Es cierto que yo me hice daño, pero nadie gritaría de esa manera por un golpe en el vientre.

Entonces noté salpicaduras de algo caliente y más gritos. Estaba a oscuras, pero he visto demasiadas películas como para preguntarme siquiera por un instante qué era el líquido que resbalaba por mi frente. Aunque, para bien o para mal, no era mía. Los gritos venían de la carreta delantera a la de atrás y los que estaban delante de mí acababan de gritar cuando, antes de que me planteara que yo era el siguiente, se hizo el silencio.

Levanté la barra de seguridad que tenía sobre el regazo y bajé de la carreta. No tenía ni idea de qué era lo que pisaba, pero no eran raíles, eso seguro. Caminé hacia delante y luego fui girando a la derecha para llegar al tramo iluminado del recorrido pisando sobre aquella superficie tan irregular, tan húmeda y tan, joder, tan cálida.

Llegué a la luz. Evidentemente, la feria ya no estaba ahí. Era como si el humo de la máquina de la atracción cubriera el suelo. Aunque ese suelo seguía siendo… lo que quiera que pisase. Era de noche, y la luna iluminaba una vasta extensión de suelo cubierto de niebla. Entonces me miré las manos, con las que me había limpiado la frente, y las ví cubiertas de sangre.

Aquello del miedo psicológico había funcionado de maravilla. Salí corriendo y gritando a pleno pulmón, y como era de esperar por el suelo que recorría, tropecé y me di de bruces contra él. Cómo caería de fuerte que la niebla a mi alrededor se despejó por un instante, revelando los pedazos mal tajados de incontables cadáveres, algunos de los cuales daba la sensación de que me taladraban con la mirada de unos ojos vacíos y lechosos.

Me levanté a duras penas, intentando tocarles lo menos posible, y corrí gritando como poseído, creyendo a cada paso que alguno de los desgraciados que se apilaban a mis pies ocultos bajo la niebla me agarraría de la pierna en cualquier momento.

No lo hicieron. Estaban muertos. Pero ya sabéis. “Miedo psicológico”.

Ahora mismo estoy en el límite de la niebla, que cae hacia un precipicio cuyo fin no alcanzo a ver. Podría intentar buscarle un sentido a todo lo que me estaba pasando o darme cuenta de que lo absurdo de la situación no dejaba más alternativa que una pesadilla de la que despertaría pronto. Pero esta larga caída me ofrece el final rápido que cualquiera buscaría en este tipo de casos y, la verdad, la vida ya es bastante complicada para buscar una salida.

Lunes 24 de Agosto

“Tras una avería leve en una atracción de una feria local, un hombre abandonó anoche el recinto entre alaridos, como sumido en un extraño trance que sus constantes tropiezos no parecieron disipar. Continuó con su frenética carrera hasta un acantilado cercano en cuyo borde se detuvo unos instantes para después saltar al vacío. El lecho del acantilado presentaba afiladas rocas apenas cubiertas por la bajamar y el fallecimiento del hombre ocurrió en el acto, cerca de la medianoche. La identificación del cadáver se llevó a cabo dos horas y media después debido a las dificultades que ofrecía el fuerte oleaje.”

Resulta deprimente que mi vida haya tenido un final tan jodidamente previsible…

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Es un relato muy simple, predecible y de estilo repetitivo que se me ocurrió tras montar en una atracción de feria con mi sobrino. Así que lo siento mucho '^^

lunes, 7 de septiembre de 2009

THE A FLU!!



Y la vida sigue...

jueves, 3 de septiembre de 2009

Behind the Bar



Y no creo que haga falta ser biólogo para darse cuenta...

¿Creíais que la T.E.T.A. había desaparecido? ¡¿ESO CREÍAIS?!

¡¡UNÍOS A LA T.E.T.A., MALDITOS BASTARDOS!!

(Mi director de Márquetig me dice que no insulte a mis afiliados, pero no le veo utilidad)

viernes, 28 de agosto de 2009

Toilet Humor



Eh, tanto a ella como a mí se nos enseñó a no pensar mal...

viernes, 21 de agosto de 2009

Primus

Aturdido y mareado, el teniente coronel William Gilligan abrió los ojos, pero no le sirvió de nada.

Todo estaba oscuro.

Su mente militar entrenada y disciplinada comenzó a trabajar. Lo primero era recordar qué había ocurrido.

El primer recuerdo fue el más relevante y el primero en aparecer: la Guerra entre palestinos e israelíes. Tel Aviv. El teniente fue enviado como parte de un escuadrón del cuerpo de paz para intentar mediar con ambas partes y ayudar a remediar los daños colaterales. También recordó lo terriblemente irónico que le sonó el eufemismo “daños colaterales” en la sala de briefing del cuartel.

Recordaba el jeep, y a su copiloto y amigo Stewart McMillan. Se dirigían a un punto caliente de la contienda. Pero entonces…

Fue una explosión. Así lo confirmaba el agudo silbido que todavía zumbaba en sus oídos. Aun lo oía. Buena señal: significaba que no había estado mucho tiempo inconsciente.

Desafortunadamente ahí terminaban los recuerdos de lo ocurrido.

Intentó levantarse, pero sintió un crujido y un punzante dolor en su pierna izquierda. Posiblemente rota. Se la tanteó con una mano, pudiendo sentir la viscosa calidez de su sangre y el dolor superficial de la herida externa que ocultaba la rotura de la tibia. Aun así consiguió ponerse en pie, aunque apoyándose contra la arenosa pared de dondequiera que se encontrase,

Ese era el siguiente paso. ¿Secuestrado? No era probable. No notaba movimiento por ser transportado. No oía apenas eco al moverse, pero tampoco sentía que estuviera e un lugar cerrado. ¿Un pasillo estrecho? Miró hacia el techo y vislumbró una diminuta superficie amorfa de luz a unos veinte metros sobre su cabeza. Debió de haber sido un desprendimiento, dedujo, producido por la explosión. El hecho de que sobreviviera a la caída podría deberse a la estrechez del pozo por el que se precipitó, lo cual también explicaría el dolor disperso y las magulladuras producidas por el rozamiento con las paredes.

Una vez analizada la situación quedaba lo más duro: cómo salir de allí.

La entrada del pozo era inalcanzable y menos en su estado. Ni se planteó el gritar, al no saber qué clase de fauna de la caverna podría atraer. Sacó de su cinturón su transmisor, aunque, como supuso, la profundidad de aquel nicho arenoso no ofrecía cobertura alguna. Pero al hablar en voz alta para intentar comunicarse consiguió escuchar, de lejos, un suave eco que revelaba que el pasillo se abría en algún punto de su recorrido.

La negrura frente a él era total, a excepción de la entrada del pozo, allá lejos a lo alto. Sin embargo lo más sensato era explorar la caverna en busca de una posible ruta de escape.

William dio un paso hacia la nada más absoluta, notando que se veía obligado a cojear. Solo se oían los pasos irregulares del militar y su respiración entrecortada por el dolor de su pierna.

Su mente, por otro lado, se mantenía serena a pesar del dolor. La oscuridad, tras haber dado unos pasos, le envolvió por completo. No obstante aquello no melló su ánimo, ya que tenía un objetivo en mente. En la academia militar, años atrás, le enseñaron que cualquier tipo de meta, de motivación, una causa, una simple idea, podrían apartar de su cabeza el miedo irracional. De este modo, concentrándose en escuchar cualquier posible sonido amenazante, consiguió no enervarse.

La oscuridad tenía un extraño efecto sobre el militar, difuminando su percepción del tiempo hasta el punto de no saber cuánto tiempo había andado por el mismo corredor. A pesar de su definida lucidez, el cansancio comenzó a medrar en su compostura. Cojeando siempre apoyado una mano en la poco cambiante pared caminó a trompicones preguntándose cuando alcanzaría la caverna abierta, cuánta distancia había recorrido, cuándo saldría de allí. Qué sería de él si no lo conseguía.

Craso error. Su mente se salió por la tangente de su concentración y comenzó a imaginar las posibles calamidades que le podría ofrecer un lugar así. Intentó apartar de su cabeza las fastuosas ideas que se le estaban ocurriendo. Inanición. Infección de la herida de su pierna. Lo que sea que haya en la caverna…

“¡¡Mierda, basta ya!!”

Por fin alcanzó la abertura del corredor, confirmándolo al palpar cómo se abrían ambas curvaturas del pasillo. Su respiración se había acelerado aun más debido al nerviosismo y la adrenalina que estaba segregando hacía que el dolor de la pierna y las magulladuras pasara al segundo plano. Aunque ello no tenía por qué ser una mejora.

En absoluto.

William desenfundó su arma reglamentaria de calibre 9 milímetros para prepararse por lo que pudiera pasar al decir:

- ¿Hola?

Cometió esa aparente imprudencia por dos razones: la primera y primordial era descubrir si había en aquel lugar alguien más, humano, aparte de él; la segunda era calcular, gracias al eco, la envergadura de la caverna. Y el resultado no ayudó.

“¿Hola?”

Era incalculablemente grande, posiblemente una gran superficie y un techo elevado. Y el problema era que su voz devuelta por el eco no fue lo único que oyó.

Se trataba de un… Lo hubiera descrito como un jadeo, una respiración dificultosa, de no ser porque de ser denominado así hubiera significado que toda la cueva estaba respirando. Era un sonido primitivo, como arrastrado contra la pared arenosa, ilocalizable ya que el eco hacía que te envolviera como un manto de terror en estado puro. Cada fibra del cuerpo de William suplicaba alejarse de aquel lugar, pero un escalofrío recorrió su espina dorsal y pareció convertir en escarcha la sangre de sus piernas. Una vez más, indescriptibles imágenes dieron rienda suelta a la parte más oscura e insana de su imaginación, y cada vez que oía aquel sonido su cordura empeoraba. Tenía que pensar en algo, un plan que lo apartara de esas imágenes. Una fuente de luz, pensó, necesitaba una fuente de luz.

“Pero seré imbécil…”

Bengalas. En su cinturón llevaba un par de cilindros de plástico flexible de unos treinta centímetros de largo que presentan unos de componentes químicos que, una vez mezclados, producen una brillante luz anaranjada. Para que la mezcla se llevase a cabo era necesario agitarlos enérgicamente o darles un suave golpe. William colocó la mano que no sujetaba el arma sobre la suave superficie de la bengala pero… ¿era eso prudente?
¿Resultaba conveniente mostrarse ante lo que quiera que fuera la fuente de aquel ruido?

El militar reflexionó unos instantes y pensó en algo. Con cuidado para no hacer ruido enfundó su arma y sacó las dos bengalas. Con un rápido movimiento las chocó entre sí y las lanzó a dos puntos distintos, ambos frente a sí. Veloz, dio un par de pasos a un lado para volver a ocultar su posición en la oscuridad y volvió a desenfundar su arma para apuntar hacia la luz.

Deseó no haberlo hecho.

La visión superaba con creces cualquier horror que la más macabra de las mentes pudiera llegar siquiera a concebir

Había algo, algo muy grande, en el centro de la cavidad cavernosa. Y si bien era racionalmente imposible pensar que algo siquiera parecido podría ser posible, hubiera jurado que aquello que vislumbraba gracias a la luz de las bengalas fue antaño un torso humanoide gigante. No podía ser. Debía ser una estatua, un coloso. Una caprichosa forma rocosa formada por miles de años de erosión y maltrato…

El militar siguió mirando, hipnotizado, aterrorizado.

Y la razón se fue al carajo.

Se trataba de una criatura enterrada hasta la cintura, dejando ver un torso monstruosamente grande. William apenas se atrevió a estimar una decena de metros de altura. Su piel, si la situación permitía el indiscriminado uso de ese término, era aparentemente de un color marrón oscuro, quizás algo verdosa, podrida aquí y allá, tirante en algunos puntos debido a la corrupción y la descomposición. Sus manos, las manos de “aquello” estaban cruzadas a la altura de la cabeza y tenían unos dedos largos y delgados, tensos, también llenos de heridas y con uñas descuidadas y sucias. Había algo raro en aquellas manos, y era que al contrario que en un humano convencional, la criatura presentaba un número mayor de dedos, desigual según la mano. El militar pudo contar siete dedos en una y hasta nueve en otra, si bien alguno de ellos no era más que un muñón carcomido. Además las muñecas de aquella monstruosidad presentaban algo más: grilletes. Con unas cadenas de eslabones tan altos como William y el doble de anchos, y cuyas cadenas de hierro oxidado y ennegrecido se unían a desproporcionadas argollas en el suelo por un lado, y por el otro se perdían en la impenetrable oscuridad del techo de la caverna. Se veía, escondida tras las manos, una cabeza rala, sin pelo, también herida y con las formas redondeadas de un cráneo humano.

Efectivamente el pecho de la criatura se movía al compás del ruido de respiración que resonaba por toda la estancia.

Las piernas del teniente coronel temblaban y su boca se abría y cerraba incapaz de decir nada. No podía ni quería creer aquello que veían sus ojos, sin parar de decirse a sí mismo que no era sino una quimera de su imaginación, desbocada por la claustrofóbica sensación de terror que le producía aquel lugar. Pero por más que mirara e intentara ver algo a través de la oscuridad, aquella criatura permanecía allí.

El monstruo entonces, para el horror de William, comenzó a levantar lentamente la cabeza. El militar retrocedió un paso y le apuntó con su arma, que temblaba de manera frenética y casi convulsiva en sus manos. No quería que se moviera, no quería que le mirara. No quería mirarle. Pero la criatura ya le había visto.

Su rostro era la viva imagen de la pesadilla, intensificada por el efecto de las bengalas al proyectar las sombras de sus facciones faciales. Sus ojos, descomunales, carecían de párpados pupilas o iris y no llegaban a llenar unas cuencas ovadas y profundas. No se veían en su cabeza oídos o nariz; dos orificios componían la entrada de sus conductos auditivos y un par de rasgaduras hacían las veces de fosas nasales. Su boca, carente también de labios, dejaba ver una cantidad anormal de dientes de diferentes formas, aunque todos deteriorados por el paso del tiempo.

- La… luz…

Su voz era como su respiración, antigua y potente. Una vez más William quedó paralizado por puro miedo aunque hubiera sido incapaz de gritar ya que su garganta estaba seca como un desierto.

- La luz… Hacía ya mucho tiempo… No recordaba… lo que duele…

Pasó un rato en el que el teniente primero se taimó un poco para pensar su próximo movimiento. Debido a que no intuyó una amenaza inmediata decidió hablar, sin poder disimular el tartamudeo tembloroso:

- ¿Q-Q-Qué eres tú?

La criatura movió la cabeza con lentitud y, pese a que William estaba oculto tras un manto espeso de tinieblas, estaba seguro de que le estaba mirando directamente a él.

Aquel engendro habló con lentitud y dificultad, denotando la falta de hábito. Habló durante largo tiempo y su relato era espeluznante así como difícil de creer, pero hacía ya tiempo que la situación no andaba por derroteros muy diferentes. Habló de Dios. Dijo que él creó todo lo que existe pero que, a diferencia de lo que se cree, Él cometió un error. El único error. Creó el universo, el cielo y la tierra, la luz y la oscuridad, los mares, las montañas y, por fin, la vida. Dios no cabía en sí de gozo cuando tuvo ante sí su creación, que no era más que una masa intangible de vida, que algunos prosaicos definirían incluso como un alma. Dibujó e hilvanó después, con finos trazos invisibles, una mente y una voluntad independientes, capaces de sentir, crear, amar. Y fue tras esto cuando cometió su último fracaso: creó, en último lugar, el cuerpo.

Aquel engendro describió con dolorosa precisión cómo nervio a nervio un amasijo de carne y huesos fue envolviendo la mente y el alma primigenios. Dios quiso crearlo grande, a su imagen, pero en aquel momento incluso Él era joven e inexperto, y no pensó en la agonía que hizo pasar a su vástago, al moldear unos miembros que ya eran capaces de sentir el dolor de músculos rotos, huesos astillados y carne rasgada. La criatura recordaba la cara de horror de su creador, desesperado recreación tras recreación, decepcionado por el resultado. Así, el Primero fue creado, traído a un universo de dolor por un Maestro inexperto y torpe. Y de la misma manera, el Primero fue desterrado. Aprisionado por enormes cadenas y oculto a los ojos de su arrepentido hacedor bajo toneladas de arena y piedra. Por los siglos de los siglos.

También dijo que pudo sentir a su Maestro creando vida de nuevo, eones después, subsanando su error y creando moldes de barro de los cuerpos antes de insuflarles el hálito de vida. Sabía que lo había hecho, esta vez, comenzando por los seres más pequeños y fáciles de crear, y que poco a poco se fue creciendo y perfeccionando su obra hasta que ésta alcanzó su cenit con la raza humana, apenas un boceto de cómo fue el Primero. Dijo por último que tiene que pasar el resto de los días de la creación recordando el dolor no solo físico, que era abundante e infinito, sino también el producido al ver, entre lágrimas de agonía, el rostro decepcionado de su creador.

Pidió a William que le dejara solo, que le dejara olvidar. Le increpó resentido por haberle hecho recordar su pasado que tan lejos debería haber permanecido y, finalmente, le suplicó que volviera al mundo que fue creado para él. El militar, que no había dejado de sentir pavor aunque fue capaz de moverse de nuevo, volvió al pasillo estrecho por donde había amanecido a la caverna al tiempo que las bengalas se apagaban sumiendo a la criatura en la oscuridad. Una vez más.

Ahora, la mente del teniente coronel volaba, después de que todo aquello en lo que había creído desde que nació se desmoronara delante de sus mismos ojos. Llegó al punto de partida, el lugar en el que, si miraba hacia arriba, veía el punto de luz ahora más tenue por el que había caído. Se apoyó contra la pared opuesta al pasillo no sólo para descansar su pierna malherida, sino para alejarse todo lo posible de la guarida y prisión de aquella…forma de vida. Miraba hacia donde se supone que se encontraba la boca de la caverna e imaginaba, pese a que sólo veía negrura, a la criatura liberándose de sus cadenas, alargando su gigantesco brazo, usándole a él como cabeza de turco para vengarse de la humanidad y de su creador. La imaginaba constriñendo su frágil cuerpo humano con una fuerza y resentimiento sobrehumanos, y se veía a sí mismo muriendo asfixiado incapaz de respirar mientras todos los huesos de su cuerpo crujían y cedían. Fue entonces cuando la mente del joven William Gilligan, por fin, se colapsó. Una sensación de ansiedad subió desde su estómago hasta su garganta, convirtiendo unos cada vez más acelerados jadeos finalmente en gritos desesperados.

Ignoraba cuánto tiempo había pasado desde su llegada a aquel lugar maldito en el momento en el que por fin fue rescatado por fuerzas aliadas alertadas por su compañero Stewart. Éste decía que habían sido atacados por un fuego cruzado en el que alguno de los bandos había usado explosivos cuando un perturbado William le interrumpió gritando que jamás nadie debía volver a aquel lugar, que debía ser sellado como fuera. Un psiquiatra militar, de vuelta en el campamento, diagnosticó un posible síndrome de estrés post-traumático junto con un delirio producido por la claustrofobia.

Con el paso del tiempo, el militar pensó que era posible que todo hubiera sido producto de su imaginación.

Con el paso de todavía más tiempo, llegó a desear que así fuera.



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Perdón por el peñazo xP pero era un realto que me apetecía mucho escribir y que me inspiró "La bestia de al cueva" de H. P. Lovecraft, leído en un libro de este hombre que me regaló mi Churri y que también me recomendó Basterrak. ¡Espero que os haya gustado y emparanoyado!

lunes, 17 de agosto de 2009

I'm Done



Pero no sólo me dedico a hacer "¡¡¡Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!", sinó que...

(redoble)

¡He abierto galería en Deviantart!

http://treveron.deviantart.com

No prometo que sea la mejor galería del universo (todavía) pero subiré los dibujetes que mejor me salgan, así como mis pinitos con el photoshop y las tiras que no tengan juegos de palabras que se puedan perder por traducción.

¡Espero que la disfrutéis!

miércoles, 12 de agosto de 2009

Reloaded



¡El resultado salta a la vista!

Perdón por la ausencia, muchachos, pero ya sabéis, después vienen cosas mejores.

¡Gracias por seguir ahí!

viernes, 31 de julio de 2009

[IFS]: Bonsai Style

Dibujo: Israel Martínez (Basterrak)
Relato: Andrés A. Martínez (Tréveron)


¿Nunca habéis tenido un bonsái? Algunos pueden llegar a tardar décadas en brotar desde que son plantados. Podría ser un desperdicio de tiempo, pensaréis muchos.

Yo también lo pienso, por eso lo compré ya crecido. Jodidamente caro, si me permitís.

El caso es que luego cualquiera podría mirarlo y pensar “qué poca cosa de árbol”.

Sí, yo también lo pienso.

De hecho, suelo poner mi bonsái en el alféizar de la ventana y pongo mis ojos a su nivel para poder imaginar que es un gran árbol cuya copa cubre el cielo entero. Claro que sin la sombra sobre los edificios no se crea mucho efecto...

Y con esas hojitas diminutas que uno no sabe cómo narices se mantiene vivo. No es de extrañar que tarde tanto en crecer.

Pero míralo, ahí está ese pequeño bastardo. Pequeñito pero capaz de costarte cientos de... bueno, de lo que sea que se gaste uno.

En ocasiones miro los retorcidos nudos que recorren ese tronco pequeñito pero bien arraigado. Parece que esté hecho de multitud de diminutas serpientes marrones y arrugadas entretejidas entre sí para ver si consiguen que alguien las tenga en cuenta. Y las pequeñajas lo consiguen. Vaya si lo consiguen.

Hay maníacos de esos árboles diminutos. Y clubes y convenciones y tradiciones y yo qué sé más…

En fin, la cosa es que viene bien mirarlo cuando llego hasta las narices del trabajo. No porque sea relajante, ni estimulante. Simplemente me consuela ver algo más pequeño que yo.

Ahora bien, podemos pensar en los bonsáis como individuos. Es decir, evidentemente muchos de ellos han de estar acomplejados por ser como son. A la fuerza. Puede que incluso por eso tarden tanto en brotar. Debe de ser una especie de equivalente vegetal a salir del armario. Y los cabroncetes lo consiguen. Dicen “¡Aquí estoy yo! ¡Admiradme!”, y allá que vamos nosotros, como borregos. A admirarlos, qué si no.

A veces me miro en el espejo después de ducharme. Donde los menos parcos en palabras verían la fragilidad paradigmática del ser humano yo solo veo un cuerpo arrugado y un pito todavía más. Sí, yo tampoco es que sea una viga de alto, y tal vez no sea tampoco muy, digamos, fácil de ver, y es por eso precisamente por lo que a veces me pregunto qué sería de nosotros si fuéramos más como los bonsáis.

Sería un bonito símbolo. Mantenernos firmes en nuestros pequeños tiestos a pesar de que muchos puedan mirarnos desde lo alto, orgullosos de ser lo que somos, seamos lo que seamos.

Y no es por tirarme el rollo, pero la semana pasada me convertí en pionero de mi causa.

Veréis, como vivo en las afueras de la ciudad tengo una colina elevada cerca, a unos doscientos metros. Me decidí a plantarle cara al resto de los “mortales” saliendo como Dios me trajo al mundo a la calle, bonsái en mano para que la gente pudiera entenderme.

El problema es que esto pareció no ser suficiente para que me comprendieran. Pasé la noche en un calabozo.

Pero os prometo que es algo digno de sentir alguna vez. Por un momento, allá en la cima de la colina, la ciudad quedó por debajo de nosotros. Sólo éramos yo, en el sentido más estricto de la palabra, mi bonsái, y una agradable brisa que hacía que mi escroto aleteara con suavidad.



Deberíais probarlo.

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Bueno bueno, por fin seguimos con mi genialicháchido Servicio de Fanarts Invertidos, que algunos creían olvidado. Realmente he de confesar que he tardado tanto porque NO TENÍA NI IDEA de cómo convertir en relato semejante obra de arte por parte del amigo Basterrak. ¡Espero que os haya gustado y sigais participando!

Y en otro orden de cosas, lamento informar que, al igual que Deed y porque básicamente rapiño el suyo '^^, no tengo scaner, así que las tiras escasearán durante un tiempo (por lo que las visitas también escasearán '^^). En fin, ¡cuídenseme!

miércoles, 22 de julio de 2009

Nene and the Skull Birds

(Secuela de Nana y los Pajaritos Calavera, de Mirian Frías Ferrer)




Ésta es la historia de Nana
Aunque ya sabréis de ella
Si bien no baila ni canta
Ni jamás será una estrella


Aunque deberíais saberlo
Lo contaré a continuación
Quizá os cueste creerlo
Pero carece de corazón


Caminaba como pasmada
Vagando por aquí y por allí
Y nunca decía nada
La llamada niña maniquí


¿Me creeríais, me pregunto
Si os contara la razón?
¿Porqué la pequeña no está junto
A su frágil corazón?


Mas permitidme, os lo ruego
Posponer dicha ardua tarea
Ya os la contaré luego
Ahora mirad como pasea


Observadla arrastrar los pies
Como un robot, siguiendo su camino
Mirad cómo algo que no ve
Llama la atención de su oído


Era un ruido estridente
Como de martillo contra piedra
Aunque no pudo sorprenderse
Cuando vio lo que era


Pues Nana vio a un extraño
Un niño junto una pared
Y no le pudo resultar raro
Que pudiera volverles a ver


Ahí estaban, iguales entre ellos
Mirándola de aquella manera
Volando, moviéndose o quietos:
Los Pajaritos Calavera


De esos Pajaritos se dice
O lo dicen ellos mismos
Que todo dolor predicen
Para proteger a ciertos niños


Y así hicieron con Nana
Para asegurarse a conciencia
De que nada le pasara
Ni accidente ni contienda


Y con la promesa de dolor
Abandonó a su corazón
Y aunque ellos solo advirtieron
Aun así se lo arrancó


De esta manera se explica
Sin que ninguna duda cupiera
Que la pobre, pobre chica
Sin penas ni alegrías viviera


Así los Pajaritos marcharon
Y queriendo olvidarlos por siempre
Jamás hubiera deseado
Que otro se los encuentre


Pero volviendo de nuevo al niño
Tenía heridas en los brazos
Y aunque es extraño decirlo
Se estaba dando cabezazos


Lo hacía contra una pared
De cada vez más heridos ladrillos
Estaba empezando a haber
Sangre en la frente del chiquillo


Las aves Calavera le miraban
Ya fuera sobre o frente al muro
Y aunque apenas oyera que hablaban
Le colmaban a susurros


Y entonces Nana se fijó
Que él sujetaba con fuerza
Un manchado corazón
Pero no uno cualquiera


Porque algo le decía a Nana,
Pues de recuerdos hizo acopio
Que el que el chico sujetaba
No era más que el suyo propio


El chico entonces detuvo
Sus golpes casi suicidas
Y blandió el corazón cuan escudo
Al ver a la desconocida


Pareció pensarlo mejor
Tras ya no estar escudado
- No te tengo miedo – espetó –
Ellos me hubieran avisado


Con gran indiferencia
Nana al niño se acercó
Y dijo, ignorando su presencia
- Háblame de ese corazón


Pero él, también indiferente
Como si escuchara lo que le conviene
Apenas se rascó la frente
Y dijo – Mi nombre es Nene


Nana contestó – Me da igual –
Aunque no sonaba enfadada
Y es que su sinceridad natural
Se debía a estar descorazonada


Nene no se molestó tampoco
Y respondió sin mucho empeño
Señaló con mirada de loco
- Lo encontraron antes ellos –


>> Hacía tiempo que no les veía –
Siguió contando Nene –
- Desde que mi corazón tiré a la vía
No sé cuál de ellos lo tiene


>> Porque antes les veía todo el rato
Les consideraba compañeros
Y te aseguro sin recato
Que nunca fueron traicioneros


>> Pues siempre me avisaban
De cualquier peligro inminente
Desde evitar que me hiriera y sangrara
Hasta que sufriera mi frágil mente


- Ya lo sé – interrumpió ella –
Ya que a mi misma me pasó
Dijeron, sin que a cuento viniera
La mayor fuente de dolor


- Pero lo que no mencionaron
– le dijo Nene a Nana –
Aquello que me ocultaron
Es que ya no sentiría nada


>> Sin hacer ni una pregunta
Me arranqué el corazón del pecho
Y sin dejar ni una pluma
Los Pajaritos Calavera se fueron


>>Yo les llamaba amigos
Y no dijeron ni adiós
Pero lo peor de todo, te digo
Es que apenas me importó


Arrastraba el aire a hondonadas
Mientras sus cabellos se mecían
De árboles hojas corazonadas
¡Qué curiosa ironía!


Se apartó del muro el chiquillo
Aun viendo de dolor estrellas
Cubrió sus heridas su flequillo
Y se fue acercando a ella


Nene siguió con su parrafada
Con de autómata respeto
Y Nana sintió una punzada
Dentro de su pecho hueco


- Ahora, aunque no me importe
Todos los otros se ríen de mí
Porque desde entonces me conocen –
Dijeron ambos – Niño/Niña Maniquí


Nene se detuvo, comedido
Y sus ojos se dirigieron a ella
Seguro que si hubiera podido
Hubiera sentido sorpresa


Nana no sabía como
Pero estaba sintiendo algo
Aun reprimiéndose con aplomo
Quería cogerle de la mano


- Y ayer mismo volví a verles
Volando como siempre en círculos
Lo hacían, como lo hacen siempre
Sobre un par de aurículas y ventrículos


>> Les miré sin ningún reproche
Parecieron acordarse de mí
Aunque antes de llevárselo al buche
Me dejaron traerlo aquí


>> Espero que te suene sincero
Porque aunque el dolor sea feo
Demonios… lo echo de menos
Por eso me golpeo


>> Pero por ello o por maltrecho
A comprender no alcanzo
Que no es igual corazón en pecho
Que tenerlo en la mano


Pero Nana ya apenas escuchaba
Invadida por esa sensación
Que estaba tal vez provocada
Por la cercanía de su corazón


Sentía que estaba en vilo
Sentía eso, sentimientos
Sentía que estaba en el filo
Entre el derrumbe y el contento


Y por fin cometió la osadía
Deseando que no fuera en vano
Venciendo así sus manías
A Nene le tendió la mano


Si bien él no la entendió
Tras mirarla con desconcierto
Al fin receloso le acercó
Su magullado puño abierto


De este modo se rozaron sus dedos
Ambos se miraron a los ojos
Y aunque sólo fue por un momento
Latió aquel corazón rojo


Entonces los Pajaritos se fueron
Y ni uno de ellos quedó
Porque cualquiera se percataría de aquello:
Era así un corazón para dos

sábado, 18 de julio de 2009

Dreams, Dreams are



Deed a veces tiene sueños premonitorios... mientras que Bob solo sueña cosas raras.

No sé si lo habréis notado (es bastante difícil no haberlo hecho), pero hice esta tira hace un montón de tiempo. El caso es que cabe mencionar que esta fue una situación real, y que pese a que tanto a Deed como a mí se nos ocurió lo mismo, a ella se le ocurrió antes. El problema es que entre pitos y flautas yo lo hice y ella no pudo. Así que el derecho de la tira es suyo, solo me lo ha prestado (un rato) dado que ahora mismo hay sequía de ideas temporal.

Y un aviso, el siguiente post será una secuela del popular poema de Deed, Nana y los Pajaritos Calavera. Así que id leyéndolo, no os arrepentiréis los que no lo hayáis hecho aun ;)

jueves, 9 de julio de 2009

Wow!!



Y esta, damas y caballeros, hubiera sido la tira que un servidor hubiera presentado al weezine si se me hubiera elegido. En fin, otra vez será (como encuentre una tira...SOLO UNA TIRA que sea menos graciosa que la miagrftx........)

Pero lo llevo con gracia, no os creáis.

Ala, a cuidárseme ^_^

lunes, 6 de julio de 2009

36 Crazyfists - Slit Wrist Theory

Mucho tiempo ha que no subía una canción al blog, así que aprovechando la escasez que llevo y anunciando que, puesto que mañana es mi último examen y que tengo un portatil nuevo, el ritmo habitual de posteos puede que se reestablezca, subo una canción que últimamente me ha dado por escuchar muy a menudo.

Es una de esas canciones que, como es habitual en mi, me transmiten una sensación que, si bien no siempre es de euforia, es tan compleja que no me puedo (ni quiero) despegar de ella. Y la letra también tiene sentido, por supuesto. Trata sobre un tema que al parecer está muy de moda últimamente desde un punto de vista peculiar.

Me reservo mi opinión (que por la mayoría ya se conoce) y os permito que os hagáis la vuestra.

Aquí os dejo sin más dilación Slit Wrist Theory (Teoría de la Muñeca Cortada), de 36 crazyfists. Como siempre, con su letra y traducción.




Slit Wrist Theory

With the absence of eye, I can start to bleed again...
With the color of hearts it seems like you wear right thin
And as it falls from your mouth, it seems like you
needed it more
Well I can still ask for more, I will still ask for more...

Get the fuck out, stay the fuck out
It makes me sick (I'm alright)
Slit wrist theory, stains us all...

Lace me up, lace me up
I'm still looking for these angels in the snow
Lace me up, lace me up
I'm still looking for these angels in the snow

It seems like a runaround
Words that won't matter
And as it falls from your mouth it seems like you
needed it more
And I will color you all red, I will color you all...red

Get the fuck out, stay the fuck out
It makes me sick (I'm alright)
Slit wrist theory, stains us all...

Lace me up, lace me up
I'm still looking for these angels in the snow
Lace me up, lace me up
I'm still looking for these angels in the snow

Braided conversation x2

Get the fuck out, stay the fuck out
It makes me sick (I'm alright)
Slit wrist theory, stains us all...
And caved the fuck in, and bashed the fuck in, it's so old
Slit wrist theory, stains us all...

Slit wrist!

Lace me up, lace me up
I'm still looking for these angels in the snow
Lace me up, lace me up
I'm still looking for these angels in the snow

Lace me up... x4


Teoría de la Muñeca Cortada

Con la ausencia de ojos puedo empezar a sangrar de nuevo...
Con el color de los corazones parece que la lleves ajustada
Y cae de tu boca, parece que la necesitaras más
Bueno, yo aun puedo pedir más, au puedo pedir más

Lárgate de aquí, lárgate de aquí
Me pone enfermo (estoy bien...)
La Teoría de la Muñeca Cortada nos mancha a todos

Átame, Átame
Aun estoy buscando esos ángeles en la nieve
Átame, Átame
Aun estoy buscando esos ángeles en la nieve

Parece una noria
Las palabras ya no importan
Y cae de tu boca y parece que lo necesites más
Y yo te colorearé de rojo, te colorearé de rojo...

Lárgate de aquí, lárgate de aquí
Me pone enfermo (estoy bien...)
La Teoría de la Muñeca Cortada nos mancha a todos

Átame, Átame
Aun estoy buscando esos ángeles en la nieve
Átame, Átame
Aun estoy buscando esos ángeles en la nieve

¡Conversación trenzada! (x2)

Lárgate de aquí, lárgate de aquí
Me pone enfermo (estoy bien...)
La Teoría de la Muñeca Cortada nos mancha a todos
Y enclaustrado, y destrozado, es tan antiguo
La Teoría de la Muñeca Cortada nos mancha a todos

¡Muñeca cortada!

Átame, Átame
Aun estoy buscando esos ángeles en la nieve
Átame, Átame
Aun estoy buscando esos ángeles en la nieve

Átame (x4)

miércoles, 1 de julio de 2009

Abort Mission!



Porque a veces, damas y caballeros, el fin no justifica los medios.

jueves, 25 de junio de 2009

Lali-ho!



Efectivamente, hoy día 25 de Junio es el vigésimo-segundo cumpleaños del nene.

(Os dejo unos instantes para que os maravilléis de lo bien que lo llevo)

Y en otro orden de cosas lamento informaros de que puede que tarde en volver a postear ya que me estoy dedicando a mi último examen del próximo 7 de Julio.

T he de dedicarme a ella (por mucho que me reviente) porque, señores, ESTE AÑO NO ME HA QUEDADO NINGUNA, a falta de hacer este examen, evidentemente.

En fin, espero que no me echéis de menos (demasiado) ;)

¡Cuídenseme!

lunes, 22 de junio de 2009

Misunderstood



¡Eh!

¡Que hable así no significa que esté loco!

¡El problema es que jarenauer nefrinskins kefrensts scarifrustis!

¡Hombre ya!

martes, 16 de junio de 2009

Liz

Liz bajó las escaleras de la estación junto al hombre de sus sueños. Llegaron juntos al andén junto a la vía y él la abrazó.

Deseando que el apretón no terminase nunca ella no soltó su cintura mientras él la miraba. Los ojos de Liz se humedecieron mientras observaba cómo la boca de Ray se abría para susurrar su terrible adiós. Así pues, desesperada como estaba, no pudo soportarlo más y comenzó a acercarse a él.

Lo hacía lentamente, pues la mirada de Ray la abrumaba. Los penetrantes ojos del muchacho se hundían en la mente de ella, leyéndola como un libro. El corazón de Liz se desbocó cuando observó que Ray cerraba los ojos. Ella hizo lo propio, empujando así un par de lágrimas cuyo sentimiento rezumaba incertidumbre. Entreabrió su boca, dispuesta así para el beso que cambiaría su vida y la llevaría a los oníricos brazos del amor correspondido.

Y así se encontró besando el dedo que Ray dispuso entre sus labios y los suyos propios.

Aun así, ella besó con dulzura dicho dedo y suspiró después apesadumbrada, perdiendo así toda la ilusión. Algo le decía que aquello ocurriría, de todas maneras.

Liz rió sin un atisbo de humor, apoyando los brazos en el pecho del muchacho.

- ¿Y qué tiene ella que no tenga yo...? – sollozó, con la voz quebrada.

Ray respondió.

El tren de Liz llegaría en una hora. En una situación normal hubiera dado una vuelta alrededor de la estación para entretenerse viendo cosas en los escaparates. Sin embargo se dejó caer con la mirada perdida en uno de los bancos metálicos que flanqueaban el andén.

Así que era eso: había otra mujer. Liz aparentemente no podía competir con ella. Y así su hombre marchó.

Mientras divagaba con los ojos empañados, una mujer se sentó junto a ella. Sujetaba una correa en la que llevaba atado un pequeño Yorkshire con un bozal de cuero rojo. El animalillo se frotaba con las patitas delanteras el hocico para zafarse de la atadura. Liz le miraba debatirse y sonrió divertida. Cuando el perro consiguió con esfuerzo quitarse el bozal miró resentido a su dueña, que lo regañó sin dureza. Como respuesta el animal saltó sobre el regazo de Liz y se acurrucó.

- ¡Baja de ahí, sinvergüenza!

- No se preocupe, señora. – dijo Liz – Me encantan los perros...

La dueña del perro iba a replicar, disgustada por la actitud de su mascota, pero calló. Los ojos enrojecidos por las lágrimas de Liz no le pasaron inadvertidos y pensó que cualquier consuelo le podría ser de ayuda en ese momento.

El Yorkshire, hecho un ovillo, cerró sus saltones ojos mientras Liz le acariciaba el pelaje gris y ocre. Enternecida por el perro y sensible por las palabras de Ray sus ojos volvieron a empaparse.

“¿Qué tiene ella que no tenga yo?”, había preguntado.

Qué pregunta tan estúpida, pensó.

Y qué respuesta tan evidente, si bien era capaz de quebrar los sentimientos de una persona. Ella no tuvo más remedio que guardar silencio, separarse de él, y ver cómo se metía en el tren dedicándole una triste mirada de despedida.

“¿Qué tiene ella que no tenga yo?”, había preguntado.

Y allí, sentada en aquel banco, con aquel perro en el regazo, esperando a un tren que deseaba que no llegara nunca, Liz no hacía más que repetirse sus palabras una y otra vez.

Como haría hasta que tuviera la fuerza y el valor suficiente de poder recoger los pedazos de su vida.

“¿Qué tiene ella que no tenga yo?”, había preguntado.

Y a estas palabras, soltadas en un arrebato de rabia infantil, él respondió:

- Mi corazón...

viernes, 12 de junio de 2009

Flirty



Desde luego, qué cosas más raras les gustan a las chicas...

domingo, 7 de junio de 2009

Premiere II



No os preocupéis, para cuando la saque en DVD sacaré un pack con la trilogía.

jueves, 4 de junio de 2009

Shall we?



Y así comenzamos la segunda centena de tiras de este, su humilde blog, con una mención especial a tres perracos sin los cuales la vida universitaria sería un poco más hastiante, y más ahora durante los exámenes finales (finalísimos, oiga).

Así pues esta va para Secun (JJ), Javi (Clussius) y Pedro (¡Membrillorl!). Evidentemente no son los únicos que amenizan mi estancia en la universidad (evidentemente mi churri gana a todos), así que esta tira va para todos los demás también.

(Y esta, queridos lectores, es la definición de diplomacia)

¡Cuídenseme, one more time!

lunes, 1 de junio de 2009

You know what?



Y eso pensé cuando empecé a hacer estas cosas, y sin embargo, hasta aquí hemos llegado.

Ains... como pasa el tiempo...

En fin, lo de siempre, gracias a todos por haber hecho esto posible ^^

Y seguid en línea, que aun quedan números redondos que alcanzar.

Y ahora, a modo personal... los exámenes me están saliendo, de momento, genial (sin suspensos definitivos de momento :P) por lo que puede que en verano viva POR y PARA... bueno, POR y PARA mi churri, ¡pero después POR y PARA el blog! Lo cual incrementará el número de tiras y relatos, amén de que por fin podré continuar con The Nether (que vergüenza debería darme ya...)

Así que hagamos un trato: seguid ahí por mí y seguiré ahí para vosotros ^^

¡Cuídenseme (otras ciento y pico veces más)!

miércoles, 27 de mayo de 2009

Strip-tease



El caso es que no sé por qué dándole más definición a una imagen se ve mejor, no sé que relación tiene...

O tal vez...

Nah... no tiene sentido, evidentemente el mundo está loco.

domingo, 24 de mayo de 2009

What is Love?



Ay, el amor...

No tiene secretos para mí...

miércoles, 20 de mayo de 2009

So...



...como por ejemplo que no me hayan cogido para el weezine de este año...

En fin, otro año será...

Pero bueno, depresiones quasi-suicidas aparte, esta tira va dedicada a Hellsamu (ala, ya sales en una tira xD) y de paso le felicito el cumpleaños con dos días de retraso a él y a su hermano gemelo Sr_Dralnu que, curiosamente, cumple los años el mismo día que él*. ¡Felicidades!

Ala, compañía, ¡cuídenseme!

*Lo siento, no he podido evitarlo, era una fuerza superior a mí la que me obligó a hacer ese chiste...

lunes, 18 de mayo de 2009

Forsaken



...


...


...


...


¿Quiénes sois vosotros...?

jueves, 14 de mayo de 2009

Weird Dream


No me preguntéis por qué pero supe inmediatamente que era un sueño. Y eso a pesar de encontrarme en mi clase de la Universidad, al menos la que más suelo frecuentar. El caso es que había algo raro.

Me senté en mi sitio habitual, cerca de la primera fila en el lateral izquierdo del aula y esperé. Siempre suelo llegar antes a clase ya que mis compañeros suelen quedarse fuera de la misma charlando mientras que yo, demasiado soñoliento como para fingir interés, cabeceo hasta que entra el profesor. Normalmente son el resto de alumnos los que suelen preceder a la entrada de éste. Sin embargo, no fue así. No aquella vez.

El hombre entró, sombrío y meditabundo, y se sentó inmediatamente en la mesa del profesor. Sobre ésta había una pequeña pila de folios en blanco al lado de la cual había una pluma estilográfica.

Jamás había visto a aquella persona en mi vida, y me hubiera fijado de haberlo hecho. Vestía de negro, elegante sino fuera porque sus ropas pertenecían al siglo pasado. Y así lo confirmaba un, según unos cánones de belleza actuales que tiendo a ignorar, “hortera” peinado, acompañado por un discreto bigote. Aquel hombre era, y tuve que admitirlo avergonzado ya que no suelo juzgar a la gente por su aspecto, increíblemente feo. Y cada segundo que mis ojos permanecían posados en esa figura extraña me resultaba más y más familiar.

- Ehm... – murmuré en voz alta – Disculpe, ¿sustituye usted a algún profesor? – a decir verdad, ni siquiera sabía qué clase tocaba – ¿Va a dar clase?

Me lanzó una mirada enfermiza que me provocó un escalofrío. Inmediatamente después, fingiendo no haberme oído, apoyó su cabeza en una de sus manos y con la otra tomó la pluma y comenzó a escribir. Intrigado y cada vez más atraído por el aura que parecía desprender aquel hombre me levanté y me fui acercando a su mesa con parsimonia. Cuando estuve a una distancia suficiente me asomé hacia sus folios para intentar atisbar qué escribía.

Escribía de forma atribulada, rápida y nerviosa, aun con su cabeza apoyada en una de sus manos, y parecía ignorar por completo mi presencia. Eran palabras aisladas, sin orden ni concierto, completamente inconexas. Y el sentimiento de familiaridad creció. Entonces oí un suave traqueteo en la ventana de la parte trasera de la clase a través de la cual brillaba la luz de la luna. “¿De repente es de noche?”, pensé justo un instante antes de que un par de ojillos amarillentos y brillantes me observaban al otro lado del cristal.

El hombre levantó la vista hacia la ventana, y ésta se abrió.

Como en aquella poesía, de aquel hombre, un cuervo entró volando pomposo y sin permiso, con aires de grandeza y sin dejar caer ni una sola pluma. Le seguí con la mirada sólo para poder confirmar quién era el que se aposentaba en la mesa del profesor, justo en el momento en el que el ave negra se posaba en su hombro: el hombro de Edgar Allan Poe.

El cuervo graznó, yo sonreí.

- Así que es eso – murmuré.

Él me miró de nuevo, más prolongadamente y con el mismo semblante. Me encontraba ante el escritor que más he admirado desde que empecé a sentir la llamada del escritor. Mantuve la compostura, ya que siempre me pareció que dejarse llevar por el histerismo en este tipo de situaciones era algo muy bajo. Aunque también ayudó el hecho de saber que Poe llevaba muerto desde 1849.

- ¿Señor Poe? – me atreví a preguntar.

Por tercera vez me miró, y esta vez sostuvo la mirada con un atisbo de curiosidad.

- ¿Qué estoy haciendo aquí, muchacho? – tenía justo la voz que imaginaba al ver sus retratos: no muy grave pero adusta e imponente.

- Dígamelo usted, caballero – reí.

Tomé una silla y me senté junto a él. Con el desdén de quien sabe que está soñando me atreví a cogerle un folio al autor que más me ha cautivado desde que le leí por primera vez. Comencé a doblarlo y lo rasgué hasta obtener un cuadrado de papel mientras él observaba con creciente curiosidad.

- Le envidio, ¿sabe? – le dije

- ¿Y puedo saber por qué? – preguntó recostándose y acariciando la panza del cuervo que permanecía en su hombro.

- Desde que leí “El gato negro” que siempre quise escribir como usted. Tener su mente.

- ¿Mi mente...? – esta vez se inclinó hacia mí. – ¿Sabes lo que ha tenido que pasar mi mente para terminar así?

- Lo sé, caballero – sonreí, mientras comenzaba a hacer precisas dobleces al papel, dándole forma – Su madre murió a los tres años y en su adolescencia falleció su madre adoptiva. Vivió con un padrastro que no le apreciaba y fue desarrollando una conducta errática e iracunda que consiguió que le echaran no solo de la Universidad de Virginia sino del mismo ejército. Terminó adicto al alcohol y al láudano y aun así escribió los relatos más cautivadores además de ser un reconocido crítico literario de un conocido periódico inglés. Estuvo casado, pero lamentablemente su esposa murió.

- Vaya... Estoy sorprendido – admitió – ¿Y escribes, dices?

- Así es – respondí mientras seguía doblando el papel.

- ¿Y qué tal se te da?

Suspiré algo abatido.

- No demasiado bien, la verdad... Según escribo parece que voy mejorando pero... Sigo sin que nada me acabe entusiasmando a mí mismo.

- Yo solía llegar a detestar mis escritos – me interrumpió –. Veía reflejado en ellos una parte de mí que no debería ver la luz.

- Pero es esa cualidad precisamente la que alguien como yo encuentra admirable. Poder reflejar la oscuridad oculta que yace en lo más profundo. Tan escondida y esquiva que puede sorprender al mismo autor. Por eso me gustaría...

- ¿Qué te gustaría exactamente? ¿Haber pasado por lo que yo...? – parecía ofendido; incluso estando en un sueño no pude evitar sentir vergüenza – Morí a los cuarenta años por llevar una vida en la que me dejé llevar por el vicio al que me arrastraba mi amargura. – las plumas del cuervo se erizaron – No tienes ni idea de la de veces que el papel me ayudó a vomitar las pesadillas que poblaban mi mente. La de veces que consiguió impedir que bebiera hasta morir, hasta que finalmente ni el papel pudo evitar lo que, paradójicamente, parecía estar escrito. Y no había nada más perturbador que el hecho de que a la gente les gustara cómo escribía.

Yo seguía cabizbajo y avergonzado, enfrascado en las dobleces del papel. Él suspiró y se calmó, observándome con paciencia.

- Parece que eso sí se te da bien... – me dijo.

La verdad es que la papiroflexia había sido mi afición desde hacía ya bastantes años. El arte de hacer figuras de papel me fascinaba, al igual que la escritura. En cierto modo tenían un punto en común: convertir un simple pedazo de papel en una obra de arte.

Terminé la figura que había comenzado: un discreto y pequeño dragón.

- Sí, podríamos decir que sí...

- Ahora que veo eso – dijo mientras se levantaba del asiento; el cuervo se balanceó para equilibrarse antes de echar a volar de nuevo por la ventana por la que entró – déjame darte un consejo.

- ¿Se va ya? – me levanté de un salto; el Sol volvía a reflejarse por la ventana.

- El arte de escribir relatos perturbadores no consiste en – señaló a mi dragón de papel – tener una mente tan retorcida y doblada como tus figuras...

Se dirigió a la puerta del aula y la apartó con un quejido. Le miré con la melancolía de quien sabe que el sueño se va a acabar.

>> ...sino en conseguir doblar la mente de los demás.