No grave will hold me...

No grave will hold me...
Os estoy vigilando...

viernes, 26 de febrero de 2010

Beyond Z Survival (1/3)

Niños y niñas, os presento por fin un relato de zombies (yo lo escribo así xD)que llevaba mucho tiempo escribiendo y que por fin terminé hace algún tiempo tras el cual filtré erratas e incoherencias (Samo, Secun, Eric, ¡muchas gracias!). Me ha quedado bastante largo, por lo que lo pondré en tres partes (tranquilos, que intercalaré alguna tira), pero la verdad es que estoy bastante satisfecho con el resultado. En fin, lo de siempre, espero que os guste tanto como a mí me gustó escribirlo. ¡Cuídenseme!
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¡Tromp!

- ¡Eh!

Dejé caer el cuerpo desde el balcón de mi tercer piso. No me había fijado de que un tipo pasaba por ahí. No le di, pero casi. La verdad, me hubiera dado igual. Tenía cosas de las que preocuparme en aquel momento.

- ¿Estás bien, mamá?

- Sí, hijo, sí…

Mi madre siempre ha sido fuerte, no se solía alterar demasiado después de los Allanamientos. Y debería.

Desde que estalló el brote el mundo dejó de tener puto sentido. Los muertos se alzaron e invadieron toda la civilización moderna, infectando a la gente y añadiéndola a sus filas. El ejército se movilizó y ambos bandos fueron diezmados. Los zombies contaban con ventaja numérica y los militares con táctica. El resultado final, lejos de que cualquiera de los dos bandos venciera, alcanzó un extraño equilibrio. De eso han pasado años, y la situación actual se ha tornado peculiar.

La palabra que mejor describe la situación, a falta de un término más adecuado, es “convivencia”.

- Ve a comprar algo de sopa de sobre, Fred, por favor.

- Voy mamá. ¿Estarás bien?

- Sí, no te preocupes.

Cogí la 9mm de mi padre y un par de monedas. También cogí el hacha de mano. Le había clavado un pequeño trozo de cordel para poder atarlo en mi muñeca y evitar que se me cayera. En la entrada de mi casa la puerta blindada estaba echada abajo. La levanté como pude y la encajé en el marco. Solo aparentaba seguridad, y llevaba así ya más de dos semanas.

Vivo en un apartamento en un tercer piso. Antes de bajar las escaleras el seguro de la 9mm ya tenía que estar levantado. Bajé las escaleras con naturalidad pero rápido y siempre con el arma desenfundada y con el hacha bien asida. Estaba solo.

Salí a la calle y miré a mi alrededor. Había un muerto caminando en la esquina que debía doblar para ir a la tienda. Miré en la esquina contraria y no había nadie, así que me tomé mi tiempo para apuntarle al zombie a la cabeza con la 9mm.

Disparé.

La bala atravesó su cráneo limpiamente y el muerto se desplomó permaneciendo en el suelo. Esperé un minuto, mirando a mi alrededor constantemente. No hubiera sido la primera vez que me llevaba una sorpresa desagradable. No ocurrió nada.

Podría haberme dirigido a la esquina que estaba despejada, pero limpiar las calles no sólo era algo así como un “deber cívico”, sino que, para mí, era un placer. Tenía buena puntería por una mezcla de una gran afición a los videojuegos y seguramente por herencia paterna. Mi padre fue el dueño de una prestigiosa armería hasta que murió por intentar defender a su comunidad de la plaga de cadáveres andantes. La armería ahora está cerrada, pero pude acaparar todas las armas y la munición en mi casa.

- ¡Buen disparo!

Una señora caminaba por la acera de enfrente con su hija pequeña, de unos seis años. Ambas me sonreían y yo hice lo propio. No solía haber muchas oportunidades de sonreír en la Ciudad, uno casi se olvida de lo bien que sienta. Además, no podía evitar sentir orgullo por hacer bien lo que me gusta, pero eso era una gilipollez, dadas las circunstancias.

- ¿A dónde van? – pregunté.

- ¡Vamos a la Gasolinera, necesitamos otra garrafa!

- ¿Quieren que les acompañe?

A modo de respuesta la hija pequeña sacó una Derringer, una pistola pequeño tamaño y calibre, de su bolsillo, levantándola por encima de la cabeza.

- ¡No eres el único chico prodigio! – me dijo la madre mientras la niña sonreía pizpireta.

Había un tiempo en que semejante imagen hubiera horrorizado a cualquiera. Sin embargo después del Brote el manejo de armas era una asignatura más en los escasos colegios de Enseñanza Primaria.

Seguí caminando hacia la tienda, pasando por encima del cadáver recién abatido, y miré la calle que se abría ante mí. Había un par de zombies a lo lejos, caminando lentos y sin rumbo, así que seguí mi camino ya que iba a tardar un buen rato. Desde que el mundo se vino abajo todo el comercio se llevó, evidentemente, su parte del desastre. La sociedad, a pesar de todo, consiguió subir a flote y lamerse las heridas. Las escasas fuerzas militares que permanecían en activo estaban diseminadas en los llamados “puntos calientes”, donde los muertos se encuentran en un número mayor. Había ciudades a lo largo y ancho del mundo completamente devastadas y no solo por las hordas de zombies, sino por desesperados ataques nucleares de mandatarios de gatillo fácil o cuyas regiones tenían el destino sellado. Por otro lado, algunas ciudades habían permanecido relativamente intactas desde un punto de vista estructural. Es decir, en mi Ciudad, por ejemplo, la población había sido reducida a un diez por ciento como mínimo, pero la mayoría de los edificios conservaban su integridad, permitiendo que un puñado de humanos (humanos VIVOS) pudiéramos seguir adelante. O al menos intentarlo.

Edificios como el mío eran relativamente seguros. Eso era simplemente por su diseño arquitectónico. No tenía una entrada, digamos, “directa”, sino que había que cruzar una puerta negra metálica de rejas que da a un amplio portal, tras el cual se entraba en el edificio propiamente dicho. El hecho de que un zombie tuviera que cruzar dos puertas, una de ellas metálica y robusta, hacía bastante improbable que pudiera entrar en el edificio. Y si a eso le sumamos que mi madre y yo vivimos en un tercer piso, reduce bastante las posibilidades. Sin embargo, los accidentes ocurren.

Ya sea porque una de las puertas de abajo no está bien cerrada, o incluso porque acúmulos de no muertos forman auténticas rampas que permiten a otros muertos superar el muro de la entrada, cuando entran en casa, lo llamamos “Allanamiento”. Aunque suene estúpido esto no tiene por qué significar problemas graves. A base de experiencia propia he determinado que los zombies carecen completamente de cualquier esbozo de inteligencia. Si uno de ellos entra en nuestra casa, o en cualquier casa, será porque los propietarios han tenido una suerte perra. En cualquier caso, estar atrincherado en una habitación con la puerta bien asegurada el tiempo suficiente suele bastar para que el invasor acabe por abandonar. He visto algunos apartamentos en pisos altos que han retirado las rejas de sus balcones para que los muertos que entren acaben cayendo y reventando su cabeza contra el pavimento. De todas maneras yo soy de los que no les gusta que nadie extraño pise su casa. Si uno de esos monstruos pone un pie en mi casa, muere otra vez.

Hacia un día bonito. Aun me resultaba sorprendente que, a pesar de que la civilización había sido casi exterminada, aun pudieran hacer días buenos. El Sol brillaba en un cielo apenas salpicado de nubes algodonosas cuando lo que cabía esperar sería un cielo del color de la sangre o una noche encapotada de tormenta sempiterna.

Alcancé mi objetivo tras media hora de camino. De lejos, pude ver que había un par de zombies pululando sin rumbo, a escasos metros de la puerta de la tienda. Miré a mi alrededor. Sólo había uno de ellos a la vista, pero bastante lejos y de espaldas a mí. Me acerqué unos metros y, apoyado en la pared de la esquina del bloque de la tienda, me tomé tiempo para apuntar a la cabeza de uno de ellos.

Disparé.

La bala atravesó la nuca del muerto y este cayó al suelo. Apunté rápidamente al otro, que se había girado al oír el ruido.

Disparé de nuevo.

Fallé.

- Tsk…

Tomé una bocanada de aire y respiré profundamente. El cadáver me había visto y se dirigía hacia mí, pero no tuve miedo. Era muy lento y la distancia que nos separaba era suficiente.

No me gustaba fallar. Yo siempre me he considerado alguien orgulloso, lo suficientemente bueno como para no fallar un objetivo así. Mi padre me hubiera dicho algo así como “¿en serio ha fallado un hijo mío…?”. No debí haber pensado aquello porque entonces empecé a sentir cómo me temblaba el pulso.

Tal vez fue aquella frustración la que me impidió darme cuenta de que algo gimió detrás de mí, a la vuelta de la esquina. Cuando quise darme cuenta, unos dedos fríos y viscosos asieron mi cuello.

- ¡Hijo de puta!

Tuve que dejar caer la pistola para poder agarrar las muñecas frías y muertas de la criatura. Hice fuerza para que me soltara pero el muy cabrón era fuerte y se estaba resistiendo. Solté una coz alta, apuntando a su torso. El zombie gruñó y dio un paso atrás, soltándome. Por fin pude darme la vuelta para ver a mi enemigo.

Aun después de todos los años que habían pasado después del brote uno no se podía acostumbrar a verles de cerca. En su tiempo, aquello que estaba delante de mí había sido un hombre alto y fornido. Ahora apenas era un reflejo empañado de lo que un día fue. Su mandíbula inferior le colgaba, creando la mueca macabra de una boca anormalmente abierta. Su lengua, gris y seca, se movía como un gusano pugnando por salir de una manzana podrida. Sus ojos, vacíos y lechosos, ni siquiera me miraban. No le hacían falta para estirar sus manos empapadas de sangre coagulada hacia mí. Un escalofrío recorrió mi espalda como un trueno, pero no me podía permitir darle tiempo al terror para que se apoderara de mí. Retrocedí un par de pasos para mantener la distancia. Entonces recordé.

El muerto al que estaba apuntando seguía detrás de mí.

Miré hacia atrás. Lo tenía casi encima. Y la pistola había caído demasiado lejos de mí.

El tiempo que perdí mirando a la 9mm fue suficiente para que el zombie que me había atacado me empujara en un intento por agarrarme de nuevo. Di de bruces contra el otro muerto y perdí el equilibrio, cayendo al suelo. Uno de los cadáveres andantes, ya no recuerdo cual, se dejó caer con todo su peso sobre mí. Pude sostenerlo usando toda mi fuerza, pero apenas pude alzarlo unos centímetros, mucho menos defenderme. Pude notar cómo su aliento erizaba los pelos de mi cuello, cómo su gemido sombrío y muerto hacía que mi corazón se saltara un latido. A la desesperada le di un cabezazo en la sien para apartar sus dientes de su trayectoria. Si con el golpe me hubiera hecho una herida por el impacto contra su cráneo medio podrido, hubiera tenido problemas, pero en aquella situación no tenía otra opción. Pude alzar la cabeza, sólo para ver que el otro zombie caía de rodillas junto a mí.

Estaba jodido. Allí acababa mi historia.

lunes, 22 de febrero de 2010

Epic



No sólo una parodia de escenas que tienden a repetirse en animes y mangas, sino una bonita alegoría de lo que debería ser la guerra.

Doble placer, sensación única.

¡Tréveron os enseña!

martes, 16 de febrero de 2010

You asked for it...























Revolution is coming...

Mucha gente ha pedido esto, espero haber estado a la altura de la jefa.

¡Cuídenseme!

jueves, 11 de febrero de 2010

[IFS] Venezzia




Dibujo: Ana María (Sdk0)
Relato: Andrés A. Martínez Bertomeu (Tréveron)



Podía intuir el deseo en su mirada bajo su máscara de media cara.

Oía el cuarteto de cuerda y podía sentir el calor del gentío del salón. Todos bailando con garbo, viviendo sus vidas. Pero yo solo podía mirarla a ella.

¿Qué tenía ella de especial en una mascarada, donde todo el mundo es nadie?

¿Fueron sus bucles dorados, que caían más allá de su cintura? ¿Tal ves su precioso vestido blanco cuyo corsé marcaba su estilizada figura? ¿Fue la lujuria que despertaba en mí su generoso escote?

Puede que fuera lujuria, sí… La que desprendían sus ojos.

Vino hacia mí caminando con gracia, esquivando a los demás invitados. Entre la música y las risas yo sólo oía sus pasos, incluso a pesar de que la enorme alfombra granate que cubría el salón los ensordecían. Su máscara dorada refulgía bajo los resplandores de la lámpara de araña que coronaba la estancia, marcando sus filigranas y sus relieves de hiedra. Se detuvo frente a mí y me miró ladeando la cabeza y sonriendo con sus labios carnosos pintados de rojo. Mis ojos se posaron en si cuello desnudo, en su suave y cremosa piel blanca como la porcelana.

Era toda una dama…

Alzó sus brazos rodeándome el cuello, dándome permiso para sostenerla por la cintura. Sonaba el vals de El Cascanueces, de Tchaikovsky, pero a mí ya me daba igual. Bailamos siguiendo nuestro propio ritmo surgido de la catarsis de aquel momento. Con sus manos me acariciaba el cuello, por lo que apuesto a que notó que mi piel se erizó de puro placer. Solo Dios sabe el tiempo que estuvimos bailando tan bien como sabe lo poco que me importaba. Y esos ojos… No los apartó de mí en ningún momento, razón por la cual yo hice lo propio. Me tenía completamente hipnotizado, sumergido en el pensamiento de que me estaba devorando con a mirada.

Fugazmente sus ojos se desviaron. Mi cuerpo casi prende cuando me di cuenta de que miró a la puerta de salida antes de dirigirse a mí de nuevo, soltando una risilla inocente que me llegó al corazón.

La cogí de la mano, ocultando como pude el hecho de que me temblaba. Trague saliva cuando, mientras la llevaba hasta la puerta, noté cómo acariciaba mis dedos con los suyos. El ansia me estaba matando, pero no quería ser brusco y llevarla a rastras. Ya tras el umbral de la puerta vimos cómo un par de parejas se besaban con pasión. La miré de soslayo y vi que se mordía el labio. Yo estaba a punto de estallar.

Me dirigí a un callejón que apenas estuviera iluminado. Era preciosa incluso con la máscara, pero por eso mismo, por llevar máscara, por el anonimato, por no saber quiénes somos… por el puro morbo de la situación la llevé a un lugar donde nuestra pasión se pudiera desatar sin que se desvelara el misterio de nuestras vulgares identidades.

Cuan grande fue mi sorpresa cuando fue ella la que me presionó contra la pared con una fuerza que de ninguna manera podía surgir de aquel cuerpo, cuando se abalanzó contra mi cuello clavando unos colmillos anormalmente afilados, cuando noté cómo ignoraba mis gritos ahogados de agonía.

Cuando se sintió saciada se separó de mí, dejándome de pie, inmóvil de puro pánico y mareado por la falta de sangre. Sus hermosos y carnosos labios estaban en aquel momento teñidos de un color rojo aun más intenso. Sin más, se dio la vuelta y comenzó a marcharse.

Pero tuvo en gracia darse la vuelta para mirarme por última vez como ya lo hizo al principio de la noche, mientras se limpiaba los labios con delicadeza con un suave pañuelo de seda.

Toda una dama…

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¡Otro genial fanart invertido! El servicio sigue funcionando lento (mucho x_D) pero seguro! ¡Sigo recibiendo fanarts y no espero menos! ;)

¡Cuídenseme!

lunes, 8 de febrero de 2010

You missed



¡Lo siento chicos, no puedo hablar! ¡Deed aun no ha visto esta tira y cuando la descubra...!

¡Oh mierda!

¡¡OH, MIERDA!!

viernes, 5 de febrero de 2010

D.L. Ends



¡A la primera, como los machotes!

A partir de ahora, Alicante y sus alrededores se considerarán... zona cero.

lunes, 1 de febrero de 2010

Engarde!




No intentéis entenderlo, lo hizo un mago...

Tira dedicada a mi querido P.Josh

En otro orden de cosas... ¡NOVEDADES!

Supongo que ya os habréis percatado del lavado de cara de la cabecera del blog, pero aprovechando el término de la época de exámenes (extenuante, pero satisfactoria en el resultado) a un humilde servidor le ha dado por... ¡EXPANDIRSE!

Así mismo y desde el día de hoy, podréis seguirme también en Subcultura (para los que no la conozcan, una web donde uno puede sostener webcómics de manera más que decente). ¿Que qué encontraréis que no tengáis aquí? ¡Pues las mejores tiras de Treveron's Paradox, redibujadas! ¿La razón? Pues que se me ha informado ya en varias ocasiones que algunas de las primeras tiras están rotas, y como algunas estaban hechas con una gran falta de experiencia... digamos vulgarmente que tienen más mierda que el palo de un gallinero xD. Así pues, con Photoshop y mi nueva tableta gráfica (cortesía de mis cuñados) he redibujado las tiras más representativas de este, su blog (¡acepto recomendaciones!).

Podréis acceder a mi webcómic de subcultura cliqueando el siguiente banner, que podréis ver en el sidebar.



¡Y no sólo eso, demonios! Desde el día de hoy (también xD) y en contra de todos mis principios morales...

¡¡Podéis seguirme en Facebook!!

Sip, he caído como caen los excrementos en el inodoro. He creado los grupos de Treveron's Paradox y de mi cómic en subcultura para que podáis, los que quieran, seguirme de cerca. Tenéis los enlaces también en el sidebar.

En fin, eso es todo. Intento mantenerme a la moda, como podéis ver... xDDD

¡No olvidéis dar vuestra opinión de la nueva cabecera y sugerirme vuestras tiras favoritas en el chatter o en los comentarios!

¡Y cuídenseme, por supuesto! :D