No grave will hold me...

No grave will hold me...
Os estoy vigilando...

martes, 24 de agosto de 2010

[IFS] Moon



Dibujo: Rumiko
Relato: Andrés A. Martínez Bertomeu (Tréveron)



Cuesta pensar que una historia pueda comenzar a raíz de algo tan leve, mucho menos una historia que trata de algo tan trascendente como el amor. Dicen que un batir de sus alas puede provocar huracanes, pero apenas cambió el aire de aquella noche. Y cierta pareja de amantes ni siquiera se percató de ningún movimiento a su alrededor.

La razón es simple: ambos miraban ensimismados la Luna.

Observaban la hermosa Luna llena que brillaba aquella noche entre suspiros por la inabarcable distancia que les separaba. Y como tantas parejas sumidas en la lejanía, en el momento de la separación, se despidieron con esta frase:

“Por las noches, si me echas de menos, mira atentamente a la Luna. Yo también la estaré mirando.”

El saberse compartiendo un mismo gesto, por insignificante que este fuera, les hacía sentirse más cerca. Tal vez solo fuera una de esas tonterías que hacen los enamorados. A veces, incluso, a alguno de los dos se les escapaba una sonrisa ante lo absurdo de ese gesto, que sin embargo no dejaban de hacer cada noche.

Qué terrible responsabilidad para la Luna, cabe pensar, el tener que guardar santísimas historias de amor. Pobre de ella, hay que añadir, al tener que recoger los pedazos de tantos y tantos corazones rotos por promesas vacías. Y es por esto que la misma Luna, esta vez, había decidido intervenir.

Amablemente le solicitó a una humilde mariposa nocturna, que flotaba en el viento en busca de dulce néctar, que intercediera por ella.

- Me gustaría, si no te importa – comenzó a decir la Luna – que revolotearas alrededor de ellos para sondear sus sentimientos. Quisiera saber si realmente vale la pena reflejar sus miradas.

La mariposa estaba confusa.

- ¿Pero cómo podría observar a ambos? Las mariposas somos insectos migratorios, pero aun no estoy lista para marcharme.

La Luna rió.

- Irás, si decides hacerme el favor, de la misma manera con la que te estoy hablando. Con mi blanca luz te hablo sin articular palabra, y con ella, de la misma manera, viajarás sin viento. Una noche aquí y la otra allí. Una noche con él, y la otra con ella.

La mariposa, siendo así, accedió. Pues ¿quién no querría complacer a la Luna?

Y de esta manera la peculiar misión de la pequeña mariposa comenzó. Primero le vio a él, que aquella noche caminaba por una pradera fragante por el aroma que arrancaba el rocío de cada brizna de hierba.

Hay que mencionar que los ojos de los insectos son compuestos. Es decir, se componen de cientos de pequeños prismas que ofrecen de manera independiente una imagen única que, en conjunto con la del resto de lentes, permite ver a estos diminutos seres. La Luna amplió esta capacidad de la mariposa, para facilitarle su cometido. A cada persona que ésta viera bajo la luz blanca que ilumina la noche, la vería como un mosaico de todas sus facetas, todas sus opiniones, intenciones y sentimientos ocultos revelados a los ojos del pequeño insecto.

La mariposa observó al amante con su portentosa capacidad. A decir verdad, como pensó el insecto, el hombre parecía algo simple, en vista de que no veía demasiadas imágenes diferentes de él. Sin embargo tenía buen corazón. A pesar de que estaba mirando directamente al hombre, veía el rostro de la mujer en multitud de las lentes que componían sus ojos. La veía sonreír, mirarle a los ojos con candor. Vio también al hombre trabajando e imaginando su futuro. Vio el sueño del amante, la enorme casa que su amada merecía. Vio el futuro que esperaba, los dos ancianos, cogidos de la mano, mirando por la ventana los días que les queden pasar. Juntos. Y en el centro de todas las imágenes, brillante y redonda, la Luna, como promesa de un amor que duraría para siempre.

Satisfecha, la mariposa voló en busca de ella.

En un batir de alas el servicial insecto recorrió la enorme distancia que les separaba, tal y como la Luna había prometido.

La amante, como es común entre todas las mujeres, era mucho más compleja que él. Los ojos de la mariposa se llenaron de imágenes, de planes, de sueños y esperanzas que la chica había puesto en el futuro. Pero había una especial. Una imagen pequeña, pero aun ahí presente. Si bien su amado siempre estaba presente en cada una de las visiones de la mariposa, había una casi imperceptible pero especialmente arraigada. Se trataba de la pareja en una casa. Ésta era difusa y cambiaba constantemente alrededor de los amantes, nítidos y sonrientes. Y eso era simplemente porque a ella algo tan banal como un edificio le daba igual.

La mariposa no necesitaba ver más.

La Luna estaba impaciente.

- ¿Y bien? – preguntó.

- ¿Sabes? – comenzó a decir la mariposa – No creo que debas perder tu tiempo contemplándoles…

- Oh… – repuso visiblemente decepcionada – Ya entiendo…

- Quizás deberías dejar que yo les vigile – propuso entonces con traviesa esperanza – Yo velaré por ellos, si quieres.

La Luna no necesitó una boca para sonreír. Porque igual que hay gente se deleita viendo algo tan hermoso como la Luna, hay quien prefiere admirar el amor auténtico.
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¡Seguimos trayendo Fanarts Invertidos, con el firme ritmo de un caracol con gota! Podéis seguir enviando obras de arte, para ver qué sale a su debido tiempo. ¡Espero que os haya gustado! ¡Sigo aquí! =D