No grave will hold me...

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Os estoy vigilando...

viernes, 24 de agosto de 2007

Follow the Leader /Z/ (A)



El camino nunca había sido más difícil de seguir.

Ya no tenía nada que ver con mis intenciones: parecía que la propia senda no quisiera ser caminada. El frío se había vuelto insoportable. Caminaba con mis brazos cubriéndome en la medida de lo posible, para intentar darme calor; estaba empezando a perder la sensibilidad de manos y pies; y las lagrimas que emanaban de mis ojos a causa del viento se congelaban en mis mejillas, sonrosadas a causa del frió. Las incesantes corrientes de aire helado cortaban mi piel como si fueran cuchillos.

Y la situación no parecía mejorar a medida que avanzaba. Llegué a una situación en la que no hacia mas que ver nieve y hielo, allá donde la vista de mis ojos entrecerrados abarcaba.

Intentaba distraer mi mente mientras daba cada paso, para evitar que la debilidad física me abatiera. Pensaba en el Chico, en todo lo que me dijo en el corto pero intenso camino que recorrimos juntos; en lo apegado que pude llegar a estar a él a pesar del poco tiempo en que compartimos nuestros pasos; en cómo me dolió su muerte; en cómo me calaron sus palabras. Pensé en mi sueño en la Cueva del Recuerdo, en cómo la dualidad de mi naturaleza se hizo tan evidente en algo tan transitorio como una simple experiencia onírica. Pensé en Ella...

Ella...

Al formar su imagen en mi cabeza, cerré los ojos, y pude notar como si el frío de mi entorno penetrara dentro de mí. Todo pensamiento se esfumó. Todo sentimiento se perdió. Solo quedaba ella dentro de mí, y la sensación de frío interior pareció extenderse como la sangre con cada latido. Tuve que hacer un esfuerzo titánico para apartarla de mi mente pero, tan pronto como lo conseguí, abrí los ojos y de nuevo el afilado viento que me azotaba me trajo a la realidad. La creciente sensación de frío mi interior dejó paso a la de mi entorno. Fui capaz de volver a pensar con claridad, de sentir con claridad.

Seguí caminando y pronto llegué a perder totalmente la noción del tiempo. No supe cuánto había caminado, ni durante cuánto me estaba llevando hacerlo. Llegué a pensar que mi determinación para dar un paso más era lo único que me mantenía con vida, que me desplazaba de manera completamente mecánica. Y más de una vez tuve que luchar contra aquel sentimiento devorador que erosionaba todo pensamiento , recuerdo o sentimiento que pudiera haber dentro de mí.

Finalmente, tras lo que pude definir perfectamente como una eternidad, encontré la primera irregularidad en el camino en mucho tiempo. Encontré una figura casi enterrada bajo la nieve de aquel desierto helado, que no pude identificar hasta que estuve junto a ella. Mi corazón dio un respingo cuando acerque mi cabeza a aquel objeto (ya que mis ojos entrecerrados limitaban mi visión): era una persona, apenas un niño, de rostro angelical, que hubiera jurado que estaba durmiendo, de no ser por que su piel carecía de color de tal forma que se confundía con la nieve: había fallecido a causa del frío.

Me arrodillé frente a ese pequeño cuerpecito sin vida, como si lo que hubiera muerto fuese una parte de mí, completamente hundido por el peso de lo que estaba viendo, asfixiándome, apenas capaz de respirar pequeñas bocanadas de aquel aire que helaba los pulmones, incapaz siquiera de derramar una sola lágrima, ya que ésta se congelaría inmediatamente tras asomarse.

Abracé arrodillado a ese infante, notando el frío intenso de sus mejillas en las mías, sabiendo que su corazón nunca más infundiría calor, que ningún hálito de vida se escaparía de su boca al respirar. Quise quedarme junto a él, protegerlo, intentar que ningún mal pudiera dañarlo. Jamás. El tamaño de la situación no me dejó ver la estupidez que ello suponía: ese niño había muerto, y si me quedaba acabaría muriendo yo también. Pero en aquel momento nada importaba. Estábamos el Niño y yo. Nadie más. Nada más. Nunca más.

Otra eternidad transcurrió. Una eternidad de gritos y sollozos. De intentos infantiles para que el Niño despertara, algo que, en un lejano y rechazado rincón de mi corazón, sabía que no iba a pasar jamás. Una eternidad tras la cual por fin me levanté, dispuesto a seguir, a abandonar al Niño en la inmensidad helada.

Al inmenso dolor que sentía pronto le sustituyó en terror: ¿Iba a ser eso lo que me acabaría ocurriendo a mí? Mi terror aumentó cuando el proseguir mi camino me entregó más cadáveres, algunos más o menos enterrados, otros incluso en pie. En cuánto a éste último caso, me conmovió especialmente ver a una pareja, de pie, completamente congelada. Ambos estaban cogidos de la mano y con los ojos cerrados. Una expresión de inmensa paz coronaba sus rostros.

Mi desesperación iba en aumento. Si seguía ese camino, me acabaría congelando o volviéndome loco, y ninguna de las dos opciones me placía. De nuevo pensé en el Chico, para intentar conservar mi cordura. Entre sus consejos seguro recibiría energía para continuar. Pero, por un instante, mi mente tropezó de nuevo con la imagen de Ella. Y en ese instante, con mas fuerza que nunca, el cáncer que ya me había intentado corroer varias veces, venció.

Mi mente, cuerpo y alma, fueron devorados por aquella extraña sensación de frialdad, entre las contorsiones de dolor que producía en mi cuerpo, entre los latigazos de mi mente en su fútil lucha por permanecer cuerda. La sensación se extendió furiosa, imparable, desde el corazón hacia todo mi cuerpo, enroscándose en cada músculo, como una vid. Oprimió todos mis órganos, todo mi ser, hasta el punto de pensar que moriría ahogado, estrangulado como si lo que me estaba atacando fuera una serpiente constrictora.

Pero pronto noté alivio. Pronto dejé de sentir nada. Nada en absoluto.

Abrí los ojos para ver el desierto helado aparentemente infinito que durante tanto tiempo me había aterrorizado y seguí caminando. El frío ya no me molestaba. Ningún pensamiento me turbaba. Ningún sentimiento me detenía. Ya sólo quedaba avanzar.

No tardé en dejar de pensar en el Chico. ¿Qué había hecho él, al fin y al cabo? Aquel niñato cayó bajo el peso de su propia debilidad, pensé, igual que aquel inútil Niño congelado. Débiles. Todos débiles.

Y yo ya no lo era.

Por fin lo había entendido.

Por fin entendí a Ella.

El camino yace ante nosotros para ser caminado. Sin dudas. Sin vacilaciones. Sin clemencia. Sin escrúpulos. Sin misericordia.

“Y así se hará.”

9 comentarios:

Tréveron dijo...

en fin, aqui teneis la primera parte de lo que sera el capitulo final de mi relato (de ahi lo de Z, aunque queria poner la letra griega omega, que tiene mas clase, pero no me dejan... :( )

sielos, no esperaba que fuera a durar tanto... xP

ah, y.. ahoraros el chiste, no habra Follow the Leader GT...

¬¬

Nixarim dijo...

no habra Follow the Leader GT...

acabas de tirar por tierra toda la tensión del momento
XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

atjó... atjó... en fin :)

como siempre, muy buen desarrollo. Me gusta mucho como escribes, queda todo muy gráfico y haces que uno se meta en la historia.
Respecto al final... bueno, una opción extremista: para ser fuerte y decidido no creo que haga falta convertirte en un insensible. Pero bueno, a ver como continúa ^_^

Fluffy dijo...

Yo en cambio pienso que la indiferencia total acompañada de un frio y metódico raciocinio es la mejor manera de mantener los sentimientos aislados. Unos sentimientos que no hacen sino nublar la vista y herir profundamente. Hay que ser lo que yo llamo un 'insensitive hard-nosed cold bastard'.

En cuanto a la redacción, nada que objetar. Es buena. Habrá que esperar y ver como sigue

Tréveron dijo...

oh, diox.... OH DIOX!!!

CARLOS ESTA DE ACUERDO CONMIGO Y LE GUSTA COMO ESCRIBO!!!


TODOS VAMOS A MORIR!!!


EL APOCALIPSIS!!!



ARREPENTIOS!!!


xS

Anónimo dijo...

Ciertamente, que Carlos te de la razón no es ninguna buena señal XD... a ver cómo acaba la cosa ;)

Pícara dijo...

Ale,ya lo he leído todo y espero más ^__^

Si te vuelves insensible y todo eso tan cool, no hay absolutamente nada que te ayude a ser fuerte.

Sinkim dijo...

Un relato muy interesante Tréveron, espero que pongas más capítulos de la historia y que el protagonista vuelva a encontrar al Chico para que le enseñe que ser frío e insensible no es la mejor forma de caminar por la vida. ¿De que te sirve andar por la vida si no puedes notar el calor del sol en la cara ni el tacto de un ser querido en la piel?

Escribes muy bien y se nota que tienes una gran imaginación, para alegría de los que te leemos.

P.D: Ω :-D

Tréveron dijo...

juer, ya se que se puede poner, pero no me dejaban ponerlo e nel titulo!

por cierto, sinkim, bienvenido a mi blog :)

Anónimo dijo...

Me gusta como está redactado el principio...que palabra se te keda en mente?

Pues a mi...FRIO...consegues transmitir la angustia del pj en dicha situación. Y en cuanto al final, hay diversas opiniones...pero dejemos al escritos que nos muestre sus argumentos en futuros escritos ^^