¿A quién le importa los motivos que tenía la paciente de un hospital psiquiátrico para suicidarse? A nadie.
Pero nadie olvidaría aquella visión.
La luz del pasillo tras ella no permitía ver su cara mientras se sostenía de pie sobre el alféizar de la ventana. El sobrio camisón blanco que llevan los pacientes del hospital hondeaba al viento, haciendo visible la desdibujada línea de su hermosa silueta. Su pelo, largo hasta más allá de la cintura por la dejadez de su reclusión, y negro como la brea, bailaba al mismo son que su ropa.
El fantasma sin rostro. Así se conocería por siempre. El hospital fue cerrado por el ayuntamiento, dadas las acusaciones de negligencia por parte del pueblo. Pero el edificio sigue siendo un mudo testigo de su salto.
Los testigos siguen despertándose por la noche sobresaltados y empapados en sudor. Llaman a esa manera de morir “el salto del ángel”. Los suicidas se dejan caer con los brazos extendidos para entregarse a la caída. Pero esas alas no alzarán vuelo alguno.
La luna estaba medio cubierta por densas nubes, y a pesar de estar llena no conseguía iluminar su cara. Sin embargo, era suficiente para dibujar su silueta contra la fachada del hospital mientras se precipitaba hacia el suelo. Los más excéntricos afirman que esa sombra era el demonio que la empujó y se la llevó consigo. Los poetas dicen que cuerpo y sombra representan conciencia y subconciencia de acuerdo por primera y última vez en una mente perturbada y quebradiza. Otros simplemente dicen que la pobre chiquilla tenía problemas.
Pero todos están de acuerdo en una cosa. Ninguno duda que se trataba de una tragedia pero desde la persona más sensata hasta el loco más intratable afirman, en contra de toda lógica, lo hermoso que fue. Y tal vez sea eso lo más terrorífico de aquel salto.
El sensual cuerpo de la mujer que se adivinaba al trasluz de su camisón. Cabellos y ropa movidos frenéticamente por el aire, como si quisieran volar. El caprichoso juego de luces que impedían ver el rostro de la mujer, sumiendo aquel momento en un misterio que perviviría muchos años después. Y sobretodo muchas, muchas noches.
Algunos afirman que en sus pesadillas reviven la escena de su cabeza abierta contra el pavimento. Otros ven como levanta el vuelo antes de alcanzar el suelo y flota hacia ellos alcanzándoles antes de que despierten. Muchos sueñan con su rostro, aunque nadie coincide al describirlo. Mientras que unos la describen como una diablesa, otros la ven como una simple niña de ojos llorosos.
¿Y qué hay de verdad en esta historia? El historial médico de la mujer solo recogía un nombre ya olvidado y varios episodios de psicosis. Murió antes de que los doctores determinaran su origen, alimentando así el mito. Algún día, aquellos desgraciados que presenciaron la caída del fantasma sin rostro fallecerán, más o menos desquiciados por la negra magia de sus malos sueños recurrentes. Algún día, el hospital será derruido. Puede que la gente olvide que detrás de esta leyenda urbana había una mujer que quiso terminar con su vida.
Pero así son los misterios.
No grave will hold me...
lunes, 25 de abril de 2011
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