No grave will hold me...

No grave will hold me...
Os estoy vigilando...

viernes, 21 de diciembre de 2007

The Nether, Chapter VI: Just a Mask (II)

Dimahl la miró atónito y aterrado. Sin embargo, ella le devolvió una mirada que, aunque pícara, no revelaba ninguna maldad.

- ¿Pero cómo…?

- Debes ocultar tus manos – dijo Nirnarëth, mirándoselas. Éstas palabras calaron hondo en el Nero: son las mismas que él había usado con Nahara cuando compartieron sus almas – Los Arcángeles son muy celosos con la pureza de Guardaluz. Ocultan sus rostros demacrados por las contiendas de la misma manera que ocultan la aspereza de sus manos, provocada por el uso de sus armas. Por eso llevan máscaras, y por eso llevan las mangas de su sudario más largas. Además, tus modales son... – rió – poco comunes. Eres muy descuidado, Nero...

Dimahl se levantó y miró a su alrededor. Parcialmente aliviado al comprobar que nadie les había oído, tomó a Nirnarëth por las muñecas obligándola a levantarse.

- ¡¿Qué piensas hacer!? – bramó Dimahl, a través de la máscara

- ¡Me haces daño! – el Nero la soltó, sin dejar de mirarla, sin dejar de sentir que la amenaza se cernía más sobre él que sobre ella – Puedes estar tranquilo. Tus asuntos te conciernen sólo a ti. – ambos parecieron tranquilizarse – Además, si hubieras venido a hacer daño, yo no seguiría aquí. Y probablemente él tampoco – Nirnarëth señaló al perro. Éste se dirigió hacia ellos, moviendo la peluda cola. Al pasear la mirada de él a ella y percatarse de que le estaban mirando, abrió la boca y sacó la lengua; la mariposa prisionera emprendió de nuevo el vuelo con dificultad.

Dimahl volvió a mirarla a ella.

- Mi devenir está en vuestras manos. ¿Qué queréis de mi?

Nirnarëth no pudo evitar sonreír, mirando fugazmente de arriba abajo al Nero.

- ¿Me haríais el favor de quitaros la máscara?

Dimahl dudó un poco, y miró a su alrededor. Nadie cerca. Lentamente se llevó su mano derecha a la máscara y la retiró de su rostro. Un rostro que clavó sus ojos de ébano en los intensos ojos de aquella peculiar dama. Ella se mordió el labio, con gesto divertido, y llevándose las manos al dorso de su cintura.

- Así mucho mejor, Dimahl. – dijo ella, con un tono casi jovial - ¿Qué os trae por tierras tan lejanas a vuestro territorio?

El Nero suspiró.

- Me temo que tú – ante el gesto sorpresa y casi preocupación de Nirnarëth, Dimahl terminó la frase – y la gente como tú. Quería saber... Bueno, quería conocer el otro lado.

Ella le miró de manera condescendiente.

- ¿Y cómo podría ayudarte alguien como yo? – preguntó

Dimahl se sentó de nuevo en el suelo mullido por la densidad de flores y le tendió la mano para que se sentara junto a él (el que fuera capaz de hacer esto le extrañó ligeramente). Ella aceptó el gesto y se sentó a su vera.

- Háblame de ti, Nirnarëth. ¿Cómo fue tu vida?

Ella, a pesar de esperarse aquella pregunta, apartó la mirada de los oscuros ojos de Dimahl, con gesto de melancolía, aunque sin dejar de sonreír. Abrazó sus rodillas apoyando su mejilla en sus brazos. El susurro del roce de la tela de su vestido se confundió con un suspiro venido de los rincones de su memoria que, insegura, emergía.

- Mi vida... Pues, no sabría decirte... La verdad es que no sé si este es mi lugar. – Nirnarëth hablaba con tono entristecido

- Eso que dices es muy serio... ¿Qué razón...?

- Quise suicidarme – interrumpió tajantemente ella

Dimahl calló inmediatamente. Él, mejor que ella, sabía lo que le ocurría a aquellos que se quitaban la vida: el Juez no era indulgente con aquellos que rechazaban la vida que se les entregó.

- Pero... no lo hicisteis – repuso el Nero – no estaríais aquí si lo hubierais hecho.

Ella negó lentamente, esbozando una casi imperceptible sonrisa.

- Ochenta y cinco años – hablaba aun mirando al vacío – La verdad, me sorprendió mucho verme así – miró a Dimahl – fue la única época de mi vida que me consideré hermosa.

- Un alma se dibuja como uno quiere – inquirió él – Así es como tu esencia habitaba tu cuerpo. – el Nero apoyó su codo en su rodilla, mirándola con cierto interés – El Juez concede esa libertad a todo ser humano.

Nirnarëth acentuó su sonrisa.

- Fue muy amable conmigo – contestó

- ¿Cómo fue tu juicio? – preguntó Dimahl

- A decir verdad – repuso dubitativa ella – no podría asegurarlo. Estaba muy confusa. Había un señor muy extraño que nos vomitó sin más que estábamos muertos a mí y a una multitud más y antes de querer darme cuenta estaba frente a Él. La verdad, al principio tuve miedo. Yo nunca creí en Dios y...

- Muchos cometen ese error – Dimahl se tomó la libertad de interrumpirla. A ella no le supuso ninguna molestia – Cristianos, judíos y el resto de creyentes creen que se hallan ante su figura divina. Y realmente – dejó escapar una leve risa – algunos no andan muy desencaminados. A Él nunca le importó como le llamaran.

- Lo sabía todo de mí... y eso que...

- Él lo ve todo allí arriba – el Nero se anticipó a ella.

- Sabía ver más allá de mis actos... – su voz comenzó a quebrarse

- ¿A qué te refieres?

- Viví mi vida conforme a los demás... – Dimahl la miró intrigado. Ante ello, Nirnarëth prosiguió – Quiero decir, siempre hacía lo que se supone que está bien. Y eso suponía, muchas veces, una máscara.

>> Nací en el seno de una familia bien avenida, nunca pude quejarme de eso. Fui la más joven de tres, dos hermanos y yo. Ellos siempre me chinchaban diciéndome que fui el accidente de última hora... – hizo una pausa para sonreír – En mi colegio se metían conmigo siempre con cualquier excusa... Si no era por mis gafas era por coletas; en fin, hubo un tiempo en el que me eso me importaba. Pero me abrí paso hasta el instituto, donde me di cuenta que no quería ser como los demás que no tenía por qué. Conseguí llegar a la universidad, conservando apenas un par de buenos amigos. Pero fue en esa época donde uno se da cuenta de muchas cosas.

>> Es ahí donde te percatas de que ya no quedan muchos cambios en tu vida, que estás en el umbral de ser la persona que seguirás siendo el resto de tus días. Y yo no dejaba de ser mediocre... Apenas destacaba en clase, nunca atraía a los chicos y... y empecé a agobiarme.

>>Todos los días, desde que abría los ojos por las mañanas, me planteaba si realmente valía la pena. Cada bocanada de aire que tomaba salía de mis pulmones en forma de suspiro. Y sentía... sentía que con cada uno de ellos una parte de mí se me escapaba. Una parte de mi que quería vivir. Y así día tras día.

>>Día tras día, hasta que no pude soportarlo más – Nirnarëth cerró los ojos, con la voz completamente quebrada – Una noche subí al tejado de mi edificio y... – De repente, guardó silencio.

Dimahl escuchaba sus palabras completamente absorbido. Como mecido por su voz,
pudo verla asomada a un rugiente acantilado, con su pelo y vestido danzando tristes al compás del bramido de las olas. Con sus hermosos e intensos ojos verdes, perdidos en el cielo de una noche de luna llena, que realzaba la palidez de su piel. Pudo ver una lágrima que descendía por su mejilla, incapaz de comprender por qué había emergido de su interior. Y Dimahl pudo ver que, tras ella, la sombra de la guadaña de un Nero la acechaba, ansiosa por llevarse aquel delicado cuerpo al abismo que la esperaba si decidía dar el único paso que la separaba de la muerte. Una muerte que la apartaría de un mundo que la estaba empujando a dar ese paso.

- Uno se plantea muchas cosas estando ahí arriba, ¿sabes? – continuó – En mi vida siempre me he sentido orgullosa de mi valentía. Bueno – rió con una risa que no sonó alegre en absoluto – de pequeña era una miedica pero... digamos que fui enfrentándome a mis miedos uno a uno hasta que creí haberlos superado todos. Pero ahí estaba.

>> No salté, es evidente. ¿Pero en qué me convertía eso? Pensé que sólo necesitaba un momento, un ínfimo instante de valentía para saltar, pero dejando así entrever la paradójica cobardía de aquel acto... Así que opté por un instante de cobardía. El instante que, entre lágrimas de rabia autodestructiva, me hizo bajar de la cornisa. ¿Me convertía eso en valiente por haber seguido adelante?

Dimahl estaba completamente absorto con la historia de Nirnarëth.

- Yo... – dijo éste por fin – No lo sé, no... nunca me había planteado algo así. – se sintió terriblemente estúpido, pero para su sorpresa, ella sonrió.

- Era una pregunta retórica, bobo...

- Ah... – su sensación de estupidez se acentuó.

Ambos guardaron silencio unos instantes. El perro, que hasta el momento había estado tumbado en la hierba, con la cabeza apoyada sobre las patas, levantó su mirada oculta entre los pelos de su flequillo. De nuevo, vio que ambos lo estaban mirando y se levantó, moviendo la cola.

- ¿De dónde ha salido el bichejo? – preguntó Nirnarëth, acariciando al complacido animal. Dimahl rió levemente.

- No tengo ni idea... Me siguió desde que entré aquí. – hizo una pausa observándola atusar el flequillo del perro – Oye... ¿y qué fue de ti el resto de tu vida?

Ella miró con una sonrisa triste al perro mientras acariciaba los carrillos del animal, que aprovechó la cercanía para lamer fugazmente la punta de la nariz de Nirnarëth.

- Intenté suicidarme. Eso me marcó demasiado. Simplemente viví. - respondió

- Pero ochenta y cinco años es una vida muy larga para una humana. ¿Qué fue de ti?

Ella le miró divertida.

- Me preguntas como si fuera alienígena... – Dimahl le miró extrañado – Olvídalo... No me consideré digna de compartir mi vida con nadie.
- ¿Viviste sola toda tu vida? – le preguntó él anonadado. Rara vez conoció a un humano que fuera capaz de vivir una vida solo.

- Fui capaz de rechazar mi vida – Nirnarëth le miró con pesar – Compartirla hubiera sido un despropósito.

Dimahl miró a aquella dama con intensidad.

- Debió ser muy duro...

Aquellas palabras reverberaron en la memoria de Nirnarëth que, irónicamente, sonrió, acercándose a él.

- Bueno, mi vida terminó... – se puso de puntillas para acercar su rostro al de Dimahl, alternando su mirada entre sus ojos y sus labios – Tal vez sí debiera compartir lo que me queda... – Nirnarëth acarició suavemente la nariz de él con la suya, sin dejar de sonreír pícaramente. – Después de todo tu devenir está en mis manos, ¿no?

Dimahl retrocedió abrumado, mientras ella, riendo complacida, se dio la vuelta con gracia, empezando a caminar. Él sonrió suspirando.

- Hasta la vista, Dimahl. Ha sido todo un placer – Y Nirnarëth se alejó de él.

- El placer ha sido mío – susurró casi inaudiblemente el Nero

El perro miró cómo la mujer se alejaba de ellos, gimiendo lastimosamente y mirando a Dimahl. Éste miraba la máscara que el Arcángel le había entregado. Los vacíos ojos de aquel objeto le devolvieron las palabras de Nirnarëth. “...traicionarme a mi misma. Era como... vivir con una máscara”.

“No... Yo no lo haré”

- Eh – dijo el Nero, dirigiéndose al perro y flexionando el brazo en el que sostenía la máscara.

El animal ladró contento, saltando y luego agazapándose sin apartar los ojos de la máscara.

- ¡Atrapa!

14 comentarios:

Tréveron dijo...

Por falta de tiempo he posteado deprisa y corriendo, sin revisarlo detenidamente. Si veis algun fallo garrafal, notificadlo '^^

Por lo demas, lo de siempre: ¡Criticas!

Vorian dijo...

Guapo los a colgado en medio de mis postulacionenes para la universidad y he tenido que leerlo muy rapido ToT

¬¬ deberia estar buscando universidades en este momento...

Me ha gustado bastante ^^ y Nirnarëth se me hizo sumamente agradable, ¿ves que tus personajes pueden ser atractivos para el publico?

Con mas tiempo te digo mas XD

Sinkim dijo...

La historia mantiene un buen tono, sigue así :-D

Aunque hay que reconocer que esperaba un poco más de Nirnarëth, pensaba que iba a tener más protagonismo :-)

Nixarim dijo...

eh, Nirnarëth mola. Al menos mas que Nahara, bwajajajaja! XDDD

aunque el mejor, sin duda, es el perro... *___*

a ver que pasa ahora ^_^

Tréveron dijo...

Pobre Nahara, por diox...


>.<

Anónimo dijo...

Macho, la "niña" no se anda con chiquitas... hala, de buenas a primeras a insinuarse...

Qué tendrán los malos rebeldes... ncht ncht XD

Tréveron dijo...

preguntale a miri...


xD

Anónimo dijo...

Pobre chiquilla, si ha estado toda su vida sola...

Cómo mola el capítulo, jeje ^^ El perro es genial XD

Los que molan son los malos rebeldes con buen corazón, porque no son el típico buenazo, tienen coolicidad XD Dimahl mola mucho, porque es ahora mismo está descolocado y fuera de lugar, lo que le hace estar algo desvalido, y eso le da un punto muy kawaii XD

Y sí, pobrecita Nahara... Ya aprenderá, la muchacha.

Nixarim dijo...

preguntale a miri...

soy yo y lo violaba allí mismo.

Tréveron dijo...

algo me lo decia..

xDDD

Tréveron dijo...

juer slo me leen cinco personas, esto es una cacota...

>_<

tamara dijo...

Oyee q yo tb te leo Andrés!!! Aunq no comente siempre, me lo leo todo ea!
Me gusta mucho Nirnarëth, aunq me da un poco de penita su historia la verdad :(
Espero que salga más veces!!
:D

Anónimo dijo...

un respeto a los no comentadores, que leerse se lee y se disfruta XD

que por cierto..algo me dice que este "relato" de relato va a tener poco, no? tiene pinta de ir a ser bastante largo...

Tréveron dijo...

pues la verdad es que va para largo...

ya es mas largo que Follow y apenas he empezado '^^