Para los que la pidieron, aquí va la continuación de what if particular. Le he cambiado el nombre por "Bajo las nubes de la noche" porque no se me ha ocurrido nada mejor, y seguir llamándolo "Mi Crepúsculo" me estaba poniendo algo enfermo (si bien lo he mantenido en el título a modo de excepción por si hay agún despistado xD). Esta continuación tiene dos partes. La siguiente supongo que la colgaré cuando os hayáis mordido las uñas a la altura de los codos. Sin más, me despido. ¡Disfruten!
P.D. Notaréis que salvo por un detalle que ya veréis, los que os hayáis leído los libros veréis que ya si que no tiene absolutamente nada que ver con el segundo. Yo sólo me leí el primero xD
______________________________
Mi nombre es Richard. Y dada mi situación actual, no creo que valga la pena mencionar mi apellido, ni tenerlo siquiera.
Hace ya más de un mes caí muerto en el cuarto de baño de mi casa. Poco después volví a abrir los ojos. Desde entonces abandoné a mis hermanos llamando a un pariente cercano para que cuidara de ellos. No me han vuelto a ver. Ahora vivo en el sótano de un edificio abandonado a las afueras de la ciudad. Solo salgo de noche.
Anne Marie consiguió lo que quería. Se fue con mi sangre y mis ilusiones, dejándome no sólo la maldición de obligarme a vagar eternamente de noche, sino también con la de no poder volver a ver a mi familia.
La busqué, evidentemente. Tuve que hacerme con mis nuevas cualidades y también con mis limitaciones, pero la busqué. En mi estado, podría haber olido su aroma embriagador desde kilómetros de distancia. Sin embargo, no fui capaz de encontrarla.
Una vez me acostumbré a mi nueva fuerza, me dediqué a vagar por las azoteas de la ciudad. Me resultaba reconfortante sentir el viento en mi cara a cada salto. Era una buena forma de distraerme de la sed.
La sed… no habría podido imaginar lo tremendamente difícil de controlar que resulta. Recuerdo demasiado bien la primera vez que la probé. Como el más rastrero de los carroñeros, me abalancé sobre el cadáver desfigurado de un gato recién atropellado cuando nadie me veía. Fuera de mí, arranqué la piel que rodeaba su cuello partido y bebí desesperado. Suena repugnante. Pero lo más turbador es que yo no lo sentí.
Lo que yo sentí, fue alivio. Alivio, y una epifanía. En aquel momento fui consciente de que el resto de lo que a falta de una palabra mejor llamaré vida la tendré que pasar bebiendo sangre. Aquella revelación que llevaría a la locura a cualquiera, sorprendentemente, solo me desanimó. Quizás mi cambio también trastocó mis emociones, todavía o lo sé.
Todavía no he conocido a nadie como Anne Marie o como yo. Realmente, no creí tener los sentidos con la agudeza suficiente como para distinguir a los de mi clase. No creo que les distinga de góticos cualesquiera. Y no creo que sea capaz de saber si ellos me ven a mí al pasar. Mi solución a ambos problemas es simplemente huir de las multitudes. Algo que, descubrí, no me supuso mayor problema.
Con el tiempo empecé a sentir una profunda indiferencia hacia todo aquello que me rodeaba. Seguía alimentándome a base de animales callejeros, y no siempre muertos. Pero aquella sensación de aversión que comenzaba a sentir hacia toda la civilización, a raíz del odio acérrimo que sentía hacia Anne Marie, siguió creciendo. Así fue como acabé probando, por primera vez, la sangre humana.
Y fue durante aquella noche en la que descubrí que la noche es peor aun de lo que pensaba tras saber que la gente como yo existe.
Estaba sentado en la azotea de un rascacielos, mirando a la ciudad que se extendía ante mí. Una Luna llena enorme iluminaba el cielo, pero palidecía ante el aluvión de farolas que daban luz a la urbe. Estaba a más de veinte pisos de altura, pero aun así fui capaz de oler la sangre. El olor, he de admitir, era delicioso. Aspiré profundamente aquel olor, del cual llené mis pulmones muertos. Situé el aroma incluso desde allí: alguien, en un oscuro callejón detrás del edificio en el que me encontraba, estaba sangrando. Profusamente. En ese momento un nubarrón del color de la noche cubrió la Luna, disminuyendo aun más la luz del callejón. Una suerte.
Sencillamente, me dejé caer. Descendí en picado a una velocidad vertiginosa. El rugido del aire en mis oídos incrementó mi ansia. Mi víctima estaba esperándome solo a mí, y no la iba a defraudar. Sonreí. Noté cómo mis colmillos crecían. Cada vez me resultaba más familiar.
Con un estrepitoso impacto llegué al suelo. Aun me resultaba sorprendente cómo mi caída era capaz de hacer crujir las baldosas bajo mis pies y no causarme ningún dolor. Pero no era en la emoción de sorpresa en la que debía centrar en aquel momento.
Efectivamente, un hombre frente a mí me miraba con ojos llenos de terror. Se estaba agarrando con fuerza el lugar ensangrentado que otrora ocupó su brazo derecho. Lo que fuera que le provocó semejante brutal agresión no le seguía, y apenas me lo planteé, dado el estado de frenesí en el que me encontraba. En lugar de huir de mí aquel hombre se acercó en una actitud de súplica. Huía de otra cosa cuando debía estar huyendo de mí. Casi me resultó ofensivo.
Le agarré de la pechera con una mano y como si fuera ligero como una pluma le arrojé contra la pared enladrillada del callejón. Para entonces descubrió la auténtica amenaza, pero ya era demasiado tarde para sentirme halagado. Me abalancé a su cuello y mordí sin piedad. Su sangre pronto llenó mi boca, cálida y algo espesa. Y ese sabor… emanaba a borbotones y aun así pude paladear cada sorbo de terror de aquel hombre. De nuevo otra revelación: podría acostumbrarme a ello. No supe si debía esperar a encontrarme a moribundos o darles caza aun sanos. Pero en aquel momento aquello no me preocupaba.
El hombre sufrió espasmos, pero no tardaron en cesar. Igual que el flujo de sangre.
Su cuerpo, ahora pálido y frío, cayó inerte al suelo. Volví a ser consciente de mi entorno y el silencio se hizo de nuevo. Limpie mi boca cuanto pude con el dorso de mi mano y miré el fluido rojo que la empapaba. Entonces percibí otro olor, más allá del de la sangre, y miré a la boca del callejón. Una silueta temblorosa me observaba.
Las luces de la ciudad iluminaban la urbe desde detrás de ella, por lo que no distinguía bien sus rasgos. Sin miedo, avancé unos pasos sin vacilar hacia la silueta. Se trataba de una mujer joven. Apenas la veía el rostro porque casi la totalidad de su cara estaba oculta por sus cabellos largos, castaños y enmarañados. Se cubría todo el cuerpo con una gruesa y deshilachada manta gris que sujetaba con sus manos. Me estaba mirando fijamente mientras temblaba y tiritaba. Su expresión era inescrutable.
- Por la noche… salen monstruos…
Estaba delirando. Eso explicaba los temblores y su mirada. Tal vez una vagabunda, pensé, de ahí la mugrienta manta con la que se cubría y su aspecto descuidado.
- Tú eres un monstruo.
Su presencia me estaba irritando y me pensé el volver a probar la sangre, pero decidí no hacerlo. Era evidente que aquella persona estaba enferma y no me apetecía indigestarme. Fue cuando me dirigí hacia ella para girar la esquina y desaparecer por otra callejuela cuando noté que algo cambió. Había más luz de repente.
La nube que cubría la Luna llena había desaparecido.
No grave will hold me...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
9 comentarios:
Bien! Qué ganas tenía de poder leer la continuación.
Y qué perraca la Anne Marie! No me esperaba eso de ella! (lo cual supongo que es un punto a su favor, si me hubiera cruzado con ella ya me habría comido -.-). Pero no me atrevo a opinar demasiado, no sea que aparezca de nuevo y cambien las tornas, cosa que espero con ansia, por otra parte.
Felicidades por la historia, está trepidante ^^
agh!! que malo T_T lo dejaste interesante ñaaa!! yo quiero mas T_T mola mucho *-*
Mola. Me encanta el momento "Casi me resultó ofensivo." >_n
namida:
*-*!!! me enamore de esta historia desde el comienzo >.< continuala esta genial
Que sepas que yo me he comido las uñas no hasta los codos, sino hasta los hombros! jaja Mola mucho,aver cuando la continuacion.
jijiji... yo he leído la continuación enteraaaa (ventajas de ser la novia del escritor XDD)
y que decir... que sin duda le da mil patadas a la historia de vampiros que está en auge en estos tiempos, cuyo nombre no voy a nombrar ;)
y a mi me gusta Anne Marie. Es una zorrona odiosa. Es genial.
Ya creía que no la continuarías. Me alegro de haberme equivocado. Muérete de envidia, Stephanie... ;)
Me ha encantado el detalle del vampiro que no quería indigestarse. Sí señor, ahí le has dao, historias con mensaje. Recordad niños: no os bebáis la sangre de un sin techo, que puede haber bebido dos tetrabriks de Don Simón hace media hora, y eso es peor que encontrarse con Blade petao de anfetas en un museo de armas de madera.
¿Me huelo un encuentro con un licántropo en la continuación?
Yaaaay conti!!! =D Pero TENÍAS que dejarla en la mejor parte... Ya me quedé sin brazos, y estoy escribiendo esto con mi nariz xD
solo una palabra: continualo!!!!!!!!!!!
Publicar un comentario